domingo, 1 de noviembre de 2015

En el PRI hay aspirantes, pero no candidato


Sin duda alguna, a estas alturas Abel Guerra Garza ya tomó las primeras notas de los aspirantes priístas, que como el general Álvaro Obregón, unos desde La Laguna, otros desde San Juan del Río, San Bernardo, Rodeo y Durango, capital, ya tienen la vista puesta en la silla del Bicentenario. El PRI corre fama de que al final todos se ponen de acuerdo, se reparten  el pastel con forma de corazón y todos felices van juntos como un solo hombre o una sola mujer en una contienda electoral, y que este 2016 no podría ser la excepción. Históricamente así ha sido, pero los expertos en política local, que están muy pendientes de la sucesión para gobernador, dudan que entre los aspirantes del tricolor tengan una verdadera candidata o candidato de unidad, debido a los intereses que representan y a los grupos que les han dado origen político.

Uno de los factores que podría darle unidad al PRI local sigue siendo, hasta el día de hoy, la famosa tercera vía, el problema es quién puede reunir los requisitos para ser el candidato o candidata de unidad. Los operadores políticos de los principales aspirantes a la candidatura del PRI, cada uno por su lado,  afirman que ellos representan a la buena o al bueno. Algunos van más allá: andan dando instrucciones como si alguno de los que aspiran ya hubiera recibido la bendición desde Los Pinos. Las consecuencias han sido que los que  aspiran a ser candidatos se quejan de que no hay piso parejo: hay aspirantes de primera y aspirantes de segunda. Si así están las cosas, es posible que puedan imponer al candidato, pero como muchos opinan, no podrán imponer la unidad, la que hoy como nunca en su historia el PRI local necesita y en serio en todo el estado. De lo contrario, también como nunca en la historia los priístas podrían estar poniendo en riesgo los más de 80 años de gobiernos emanados del PRI. Y como bien lo ha comentado un analista político: “solo el PRI puede derrotar al PRI”. ¿Usted qué opina?

Mientras esto sucede al interior del tricolor local, echemos una mirada al partido de enfrente: el PAN. Las palomitas blancas vestidas de azul ya se andan peleando por las presidencias municipales, diputaciones locales y regidurías. Por fortuna para ellos, desde hace mucho tiempo tienen como candidato a gobernador, este sí de unidad, al senador José Rosas Aispuro. Así que los panistas estiran o se ahorcan. A los del PAN, después de muchos años les llegó con Aispuro Torres la última llamada: es ahora o nunca, porque de lo contrario les puede pasar lo que una vez escribió José Alfredo Jiménez: “Va a pasar mucho tiempo pa’ que otro te diga sinceras palabras de amor”. Pero Aispuro por sí solo no podría ganarle al PRI. Requiere de las mejores anclas de los panistas, y por supuesto de mujeres y hombres  de la sociedad civil para que lo acompañen en su aventura electoral. Nada de políticos que como Judas por unas monedas lo pueden vender, ni tampoco políticos en desgracia que en 2010 le dieron la espalda. Rosas Aispuro en este momento va arriba en las encuestas, pero en política los números no son todo, no debe de olvidar que la confianza mata al hombre y que del plato a la boca se cae la sopa.

De entrada, Aispuro cuenta con panistas competitivas y competitivos. En la capital, que ni le busque: Jorge Salum del Palacio es el indicado, que Toño Ochoa lo acompañe en la planilla. Lo mismo Minka Hernández, que podría ser una buena candidata a diputada local o regidora. Fernando Galaviz y Gina Campuzano para una diputación en uno de los distritos de la capital. En Santiago Papasquiaro, Alma Carrera, una panista con historia, es buena candidata para ese distrito. En Gómez Palacio el mejor para la presidencia sigue siendo Augusto Ávalos, y si se ofrece, también el empresario Víctor Chaud. En Lerdo, la inclusión de la familia Castro es indispensable, y Rosario Castro es la indicada. Por falta de espacio, solo de pasada mencionaremos al hijo de Bernardo Ceniceros en Victoria, que no se nos pase Jaime Mijares. En Cuencamé Jorge Castañeda y en Guerrero Yolanda Sifuentes y Orlando Herrera.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.