Hace ya varios años, Federico Campbell escribió un ensayo donde pudimos leer y enterarnos de cómo desde hace mucho tiempo son 300 familias las que han gobernado este país en lo económico y en lo político. Para ello, explica el escritor, periodista y académico, los unen lazos familiares, se casan entre ellos y los unen intereses que protegen generación tras generación para seguir siendo los dueños de México. Por eso no debe sorprendernos encontrarnos, por ejemplo, con que en la actualidad Carlos Salinas de Gortari tenga concuños poderosos en las esferas del poder, que Alfredo del Mazo, gobernador del Estado de México sea primo hermano del presidente de la república, Enrique Peña Nieto, o que Antonio Meade sea hijo del arquitecto del FOBAPROA. Si se actualizara este ensayo, podríamos encontrar que son las mismas familias, con la diferencia de que han sido educados en el extranjero.
Hagamos un recorrido por algunos Estados de la República. Ángel Yunes en Veracruz tiene a sus cachorros en el poder y quiere dejar a uno de ellos como gobernador. En Oaxaca, José Murat es papá de Murat júnior, que actualmente gobierna ese Estado. En Chiapas no se quedan atrás con la familia Velasco. El neopriísta Vicente Fox soñó con dejar a Martha Sahagún como presidenta de México. Felipe Calderón hizo lo propio con Margarita Zavala y, ya encarrerado el gato, Moreno Valle no canta mal las rancheras, pretende que su esposa sea gobernadora de Puebla, estado que el recién gobernó. La lista es larga, la historia de nuestro país es la historia del nepotismo de la clase política en los tres órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal. Si investigáramos, encontraríamos en el pasado y en el
presente esa cultura nepotista que no hemos podido desterrar quizá porque forma parte del poder mismo, de los grupos de interés, amigos y familias que por décadas han gobernado a nuestro país. Para recordar: Lázaro Cárdenas del Río fue gobernador de Michoacán y presidente de la República. Su hijo Cuauhtémoc también gobernó ese Estado, lo mismo la Ciudad de México y fue candidato presidencial y, para variar, su hijo Lázaro Cárdenas Batel también gobernó Michoacán.
¿Es el nepotismo, como dijo el clásico, un problema cultural? Aquí en Durango ha habido excepciones, pero a cambio de ello hemos visto ejemplos de cómo algunos juniors hijos de políticos siguen buscando el sueño de ser, algún día, como sus padres, gobernadores. Por lo pronto, mientras ese día llega, están en alguna nómina federal, estatal o municipal y con las quincenas que cobran, la espera de ese sueño se hace más agradable. Por esa razón, en nuestra entidad, en el actual proceso electoral que está corriendo, vemos a los mismos, más de lo mismo o como usted lo quiera llamar. Sin duda alguna, los partidos locales han contribuido a ello para proteger a los grupos de siempre y, como es lógico, la sociedad se cansó, está molesta, se siente ofendida y las consecuencias serán que este 2018 se repita la historia de 2016,donde por primera vez se dijo “ya basta”.
Sin embargo, en el fondo este es un problema muy complejo y complicado. Es muy probable que cuando veamos los nombres de los candidatos en las listas de los registros definitivos a personas que sean entre sí primos, primas, sobrinas, sobrinos, a lo mejor con justa razón se les critique. Como el título de la película: “Amarte Duele”. Están de por medio los derechos políticos consagrados como
derechos fundamentales en nuestra Constitución. Todos tenemos el derecho humano a votar y ser votados, el derecho a participar en la vida política interna de los partidos, buscar un puesto de elección popular. Todo esto está en la Constitución y, por si fuera poco, en los tratados de los que el Estado Mexicano forma parte.