“Pero qué necesidad, para qué tanto problema”
-Juan Gabriel
Cuando los priístas a nivel nacional perdieron la presidencia, se prepararon para regresar y lo lograron. Aquí en Durango se están preparando pero para perder otra vez la gubernatura en 2022, y no dude usted que como andan, lo logren. Los de la alternancia andan celebrando, tienen quién les haga el trabajo sucio, el PRI es el enemigo del PRI y no los de enfrente. Mucho tememos que los del tricolor local están confundiendo la magnesia con la gimnasia. Hoy pretenden convertir a su partido en el castillo de la pureza, cuando por muchos años han habitado en el Castillo de Drácula. Paradójicamente, los doce años del PAN en Los Pinos les dieron a los gobernadores del PRI la oportunidad de convertirse en virreyes de sus respectivas provincias. En Durango se quedaron sin su virreinato y ahora están sufriendo las consecuencias. El virrey murió intestado, no pudo nombrar su albacea y hoy sin distingo sus herederos están reclamando la herencia: la presidencia del PRI. Unos desde La Laguna y otros aquí, en nuestra callada y tranquila ciudad colonial, ahora conocida como la capital más kafkiana y surrealista del norte de México. Como en materia de amparo, existe el tercero interesado, en política también hay terceros perjudicados. Como todos saben, el asunto de Enrique Benítez y Lourdes Quiñones se definió en la Ciudad de México, ahí se tomó el primer acuerdo: cualquiera, menos Adán Soria Ramírez. Cada uno de los aspirantes fueron pasando a una oficina en Insurgentes Norte y hasta Yolanda de la Torre estuvo. En otra oficina contigua esperaban la decisión Ismael Hernández Deras, Leticia Herrera y Esteban Villegas Villarreal. Después de
escuchar a todos y negociar, el PRI nacional se decidió por Enrique Benítez y Lourdes Quiñones. Como siempre pasa, nadie quedó conforme y aceptaron a Benítez de dientes para afuera, entre ellos Jorge Clemente Mojica y Óscar García Barrón, que estuvieron en la final. Los acuerdos fueron la inclusión, no ser candidato en 2018 y estar de tiempo completo en el partido. Para efectos, Benítez Ojeda el 18 de agosto pidió licencia como diputado local para participar en el proceso interno de su partido. Ya emitida la convocatoria, Lourdes Quiñones y Enrique Benítez cumplieron los requisitos. Hasta ahí todo estaba bien, pero solo bastó que Benítez Ojeda manifestara sus intenciones de regresar al Congreso y dirigir al PRI, y por eso se echó a andar lo que se conoce como la Operación Laguna.
Como el corrido: fue Jorge Clemente Mojica el que la mecha encendió. Él fue el operador de la conexión Bicentenario-Laguna, así mataría dos pájaros de un tiro: encerrarían a Benítez en las oficinas del Domingo Arrieta y sacarían del Congreso del Estado al famoso diputado incómodo. En declaraciones a los medios, Leticia Herrera dijo que respaldaría a Benítez Ojeda y le mandó un mensaje: “lo acompañaremos, nada más que sí tendrá que cumplir los acuerdos, los acuerdos son de palabra y él sabrá qué hacer, no puede estar en la diputación y en el partido al mismo tiempo”. El mensaje fue claro para Benítez: estiras o te ahorcas. Si esto llegara a suceder, se podría decir que la mayoría del PRI en el Congreso perdió a uno de sus mejores diputados, pero el PRI ganó un presidente atado de manos, cooptado por los intereses de grupo, aunque la presidenta de Gómez Palacio afirma que en su partido no los hay, y que si alguien lo duda, que se lo pregunten a ella.
Sería ilógico pensar que Lourdes Quiñones renunció por iniciativa propia. En política no hay casualidades, todo obedece a un plan. Lourdes Quiñones es muy cercana a Manlio Fabio Beltrones, y aquí en Durango cercana a Leticia Herrera. Dentro de unas horas, Benítez Ojeda tomará protesta como presidente del PRI y mañana lunes regresará al Congreso. Político sin suerte no es político. En la pasada elección, Benítez pidió figurar en la tercera posición de las candidaturas plurinominales y ya ve lo que pasó: entró como diputado. Tenía tiempo buscando ser presidente del tricolor, y esta vez las circunstancias le fueron favorables. No sabemos que pase después, pero por ahora no existe un PRI local que logre pasar sobre las decisiones del CEN nacional. Por lo pronto, por un error de cálculo político la operación Laguna se quedó como el perro de las dos tortas.