“El Príncipe, cuando es querido por el pueblo, debe cuidarse poco de las conspiraciones; pero cuando tiene enemigos y es aborrecido, debe cuidarse de todo y de todos”
-Nicolás Maquiavelo
La clase política mexicana ha encontrado dos maneras fáciles de cómo gobernar: por medio de decretos y en los medios de comunicación. No es lo mismo decretar tres días de luto nacional porque perdió el América, que pretender gobernar a México con un pacto político firmado por el PRI, PAN y PRD, ni tampoco lo es hacerlo mediante aclaraciones de los que nos gobiernan cuando afirman que en el país “las cosas buenas también se cuentan”. ¿Qué podemos esperar de un secretario de hacienda cuando asegura que un sueldo de $7,000 alcanza para educar a sus hijos en el ITAM, la Ibero o el Tec de Monterrey? O el que declaró que “la pobreza es un mito genial”. Como dijo el poeta: que las mentiras parezcan verdades.
Más bien el Pacto por México nació para legalizar el amasiato entre el PRI y el PAN, teniendo como padrino de honor al Partido de la Revolución Democrática. Detrás de dicho pacto siempre se escondió la reforma energética, la reforma al artículo 27 constitucional que permite al gobierno concesionar a los inversionistas nacionales y extranjeros la perforación de pozos petroleros, en territorio nacional y mar territorial, como es el caso del Golfo de México. El Pacto por México de donde se origina la reforma energética, votada a favor por el PRI, PAN y Verde Ecologista, ya traía incluida el anuncio a los alimentos a los precios de la gasolina a partir del primer día de 2017. Diría Andrés Manuel López Obrador: se los dije. La gasolina puede costar 30 pesos el litro, pero en el fondo ese no es el problema, más
bien el problema es que el salario de millones de mexicanos no representa un poder adquisitivo para comprar gasolinas tan caras. Mucho se dice por parte del gobierno que llegó la hora del mercado libre, que aquellos que pueden importar gasolina contarán con todas las facilidades, pero mucho tememos que esa no será la solución, a no ser que una empresa la venda a diez pesos el litro y la de enfrente a veinte deseos. Si así llegara a suceder, entonces si sería un beneficio.
Da pena escuchar a funcionarios de Hacienda decir que el aumento de las gasolinas no es problema del gobierno federal, que la culpa la tienen los precios del petróleo a nivel internacional y la cotización del peso frente al dólar. Entonces estamos como Don Teofilito: jodi… Y por si esto fuera poco, después del 15 de febrero próximo el precio de nuestras gasolinas estará sujeto a como si cotizáramos en la Bolsa de Valores. Como amanezca la paridad del peso frente al dólar, será lo que cueste el litro de la gasolina. No queremos ser optimistas, ¿se imagina si dentro de un año el dólar nos cuesta $25 y el barril llega a 70 dólares? Puede suceder que el litro de gasolina llegue a costar hasta 20 pesos, y hoy no es el día de los Santos Inocentes. ¿Sabe qué dicen los genios del ITAM, los de Harvard y los del Banco de México? ¡Que no habrá inflación! Están como el Chapulín Colorado: “no contaban con mi astucia”. Si el Pacto era pa’ salvar a México, les salió el tiro por la culata. Los mexicanos somos nobles, no tontos; guadalupanos, no masoquistas; pacientes, no ilusos. No hay que confundir la gimnasia con la magnesia.
El famoso Pacto por México, perdón Pacto del PRI, PAN y PRD, podría ser la tumba del tricolor en 2018. Los militantes podrían cargar el ataúd hasta el Monumento a la Revolución, donde descansan los
restos de su fundador, Plutarco Elías Calles. ¿Con qué argumento político y moral les pedirán a los mexicanos el voto? Los testimonios de su presidente Peña Nieto recorren a través de las redes sociales todo el país, donde se le ve que juró ante la Virgen y frente a un altar que no subirían las gasolinas, el gas y la electricidad que, por cierto, a partir del 1° de enero costará 35% más, pero no se preocupe por esto, no significa que habrá inflación, sino todo lo contrario.