Que no cunda el pánico
ÁLVARO SANJUÁN
“Con esta misma moneda te pago y cóbrate bien y si te
sobra algún cambio, puedes quédate con el”
-Cuco Sánchez, compositor
Derivado de las deudas públicas, el déficit, los PIPS… Hoy
los estados de Durango, Veracruz y Chihuahua, ¿quiénes enfrentan una crisis?:
¿el Estado o la sociedad? No se necesita tener un grado de doctor de la Sorbona
o de Harvard para saber que es la sociedad la que corre el riesgo de sufrir una
parálisis financiera, económica y social. Desde sus orígenes, el Estado
mexicano para su funcionamiento ha necesitado de los impuestos de los
ciudadanos, sin ellos, su aparato burocrático y sus instituciones no serían
viables, por eso la secretaría más importante es la SHCP, la que se encarga de
las políticas públicas en este sentido. Los diputados federales ponen su gota
de ayuda año con año aprobando la ley de ingresos y de egresos con la noble
finalidad de que en este país se reparta de manera justa la riqueza, por eso
somos un país de primer mundo.
Hace unos días nos enteramos que la pasada administración le
heredó a Javier Corral en Chihuahua un déficit de más de siete mil millones de
pesos, razón por lo cual anda tramitando en Hacienda recursos para hacerle
frente a los compromisos de final de año. Aquí en Durango se sabe que el
gobierno de la alternancia también heredó un déficit de más de dos mil millones
de pesos y, para variar, el gobernador Rosas Aispuro está haciendo lo mismo que
su homólogo de Chihuahua, tocando las puertas de Jorge Meade para solucionar
los compromisos más urgentes. Y eso es legítimo. Sin embargo, también existe,
como en todo, la otra cara de la moneda. Aunque parezca una novela kafkiana o
surrealista, los gobiernos de Veracruz, Chihuahua y Durango no tienen nada de
qué preocuparse ¿Usted recuerda algún sexenio de la historia reciente de
Durango que nos haya dejado un superávit financiero? ¡Ninguno! Y no nos
referimos solo a los últimos doce años de gobiernos exitosos. Los gobiernos
están como la canción de José Alfredo Jiménez: siempre caen en los mismos
errores ¿Y sabe quién los paga? ¡Nosotros! Como todo va a cambiar, todos esperamos
que al final del sexenio por fin el gobernador José Rosas Aispuro Torres nos
deje un superávit para 2022.
Retomemos otra vez: que en el gobierno de la alternancia no
cunda el pánico. Saldrá adelante, sin duda, como lo han hecho sus antecesores para
manejar la deuda de manera coyuntural y que esta siga creciendo sin importar
los plazos para pagarla. No estamos descubriendo el hilo negro en todo el país,
los gobiernos tienen mucha tela de donde cortar: impuestos y el aumento en los
servicio públicos. Por ejemplo, el presidente municipal José Ramón Enríquez dijo
no a los impuestos, pero sí a aumentar las infracciones de tránsito y algunos
otros servicios, ¿esto no es una política recaudatoria disfrazada? Sería como
afirmar que la famosa deuda pública de quince mil millones de pesos tiene que
pagarse “haiga que hacer lo que haiga que hacer”. Una infracción de tránsito,
por decir algo, hoy nos la cobran a 100 pesos y mañana a 130 pesos ¿Cómo le
podemos llamar a esto? Usted conteste por favor. El anuncio que ha hecho el
gobierno del estado de que habrá placas nuevas por motivos de seguridad, por
supuesto que tendrá un costo para los ciudadanos y esto es una política
recaudatoria. Por favor, le pedimos, no confunda este desembolso con algún tipo
de impuesto.
¿Por qué estamos así? Usted recordará que Gonzalo Yáñez en
uno de los debates mencionó que el gobierno del estado se gastaba cien millones
de pesos diarios y que si no se reflejaban en beneficio de la sociedad era
porqué desaparecían. Ya no nos queda duda: tarde o temprano el gobernador José
Rosas Aispuro tendrá que tomar, como él mismo la ha dicho, medidas necesarias
pero dolorosas, aún a costa de su popularidad. Ningún estado resuelve una
crisis financiera sin recurrir a los impuestos y a seguirse endeudando. Algunos
podrán ser disfrazados, otros no. Por eso, de la misma forma que los mexicanos
acudimos al rescate de los banqueros (lo cual seguimos pagando), rescataremos a
los gobiernos de los últimos doce años. ¿Ya que falta para saberlo? Porque como
dice el corrido: los gobiernos nunca venden un caballo por bueno ni se quedan
pobres haciéndonos ricos.
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