viernes, 4 de noviembre de 2016

Que no cunda el pánico

Que no cunda el pánico
ÁLVARO SANJUÁN
“Con esta misma moneda te pago y cóbrate bien y si te sobra algún cambio, puedes quédate con el”
-Cuco Sánchez, compositor


Derivado de las deudas públicas, el déficit, los PIPS… Hoy los estados de Durango, Veracruz y Chihuahua, ¿quiénes enfrentan una crisis?: ¿el Estado o la sociedad? No se necesita tener un grado de doctor de la Sorbona o de Harvard para saber que es la sociedad la que corre el riesgo de sufrir una parálisis financiera, económica y social. Desde sus orígenes, el Estado mexicano para su funcionamiento ha necesitado de los impuestos de los ciudadanos, sin ellos, su aparato burocrático y sus instituciones no serían viables, por eso la secretaría más importante es la SHCP, la que se encarga de las políticas públicas en este sentido. Los diputados federales ponen su gota de ayuda año con año aprobando la ley de ingresos y de egresos con la noble finalidad de que en este país se reparta de manera justa la riqueza, por eso somos un país de primer mundo.
Hace unos días nos enteramos que la pasada administración le heredó a Javier Corral en Chihuahua un déficit de más de siete mil millones de pesos, razón por lo cual anda tramitando en Hacienda recursos para hacerle frente a los compromisos de final de año. Aquí en Durango se sabe que el gobierno de la alternancia también heredó un déficit de más de dos mil millones de pesos y, para variar, el gobernador Rosas Aispuro está haciendo lo mismo que su homólogo de Chihuahua, tocando las puertas de Jorge Meade para solucionar los compromisos más urgentes. Y eso es legítimo. Sin embargo, también existe, como en todo, la otra cara de la moneda. Aunque parezca una novela kafkiana o surrealista, los gobiernos de Veracruz, Chihuahua y Durango no tienen nada de qué preocuparse ¿Usted recuerda algún sexenio de la historia reciente de Durango que nos haya dejado un superávit financiero? ¡Ninguno! Y no nos referimos solo a los últimos doce años de gobiernos exitosos. Los gobiernos están como la canción de José Alfredo Jiménez: siempre caen en los mismos errores ¿Y sabe quién los paga? ¡Nosotros! Como todo va a cambiar, todos esperamos que al final del sexenio por fin el gobernador José Rosas Aispuro Torres nos deje un superávit para 2022.
Retomemos otra vez: que en el gobierno de la alternancia no cunda el pánico. Saldrá adelante, sin duda, como lo han hecho sus antecesores para manejar la deuda de manera coyuntural y que esta siga creciendo sin importar los plazos para pagarla. No estamos descubriendo el hilo negro en todo el país, los gobiernos tienen mucha tela de donde cortar: impuestos y el aumento en los servicio públicos. Por ejemplo, el presidente municipal José Ramón Enríquez dijo no a los impuestos, pero sí a aumentar las infracciones de tránsito y algunos otros servicios, ¿esto no es una política recaudatoria disfrazada? Sería como afirmar que la famosa deuda pública de quince mil millones de pesos tiene que pagarse “haiga que hacer lo que haiga que hacer”. Una infracción de tránsito, por decir algo, hoy nos la cobran a 100 pesos y mañana a 130 pesos ¿Cómo le podemos llamar a esto? Usted conteste por favor. El anuncio que ha hecho el gobierno del estado de que habrá placas nuevas por motivos de seguridad, por supuesto que tendrá un costo para los ciudadanos y esto es una política recaudatoria. Por favor, le pedimos, no confunda este desembolso con algún tipo de impuesto.
¿Por qué estamos así? Usted recordará que Gonzalo Yáñez en uno de los debates mencionó que el gobierno del estado se gastaba cien millones de pesos diarios y que si no se reflejaban en beneficio de la sociedad era porqué desaparecían. Ya no nos queda duda: tarde o temprano el gobernador José Rosas Aispuro tendrá que tomar, como él mismo la ha dicho, medidas necesarias pero dolorosas, aún a costa de su popularidad. Ningún estado resuelve una crisis financiera sin recurrir a los impuestos y a seguirse endeudando. Algunos podrán ser disfrazados, otros no. Por eso, de la misma forma que los mexicanos acudimos al rescate de los banqueros (lo cual seguimos pagando), rescataremos a los gobiernos de los últimos doce años. ¿Ya que falta para saberlo? Porque como dice el corrido: los gobiernos nunca venden un caballo por bueno ni se quedan pobres haciéndonos ricos.


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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.