domingo, 13 de noviembre de 2016

¿La feria, un patronato o una concesión?

“Todo empieza con la gente, por el pueblo, que es el que da los temas a los políticos”
-Steven Spielberg, director de cine

Desde que los políticos le metieron las manos a nuestra feria, como dijo el poeta, ha sido causa de mil rumores y nosotros. Le podemos agregar el famoso efecto colateral: los intereses económicos y políticos que hay de por medio. Alguien diría: “Qué tiempos aquellos, don Susanito” En los años sesentas, por ejemplo, en los gobiernos de Enrique Dupré Ceniceros y Francisco González de la Vega era una especie de comité de feria, integrado por empresarios y miembros de la sociedad civil. Había ganancias, estas se repartían por partes iguales a la noble Cruz Roja -hoy en bancarrota- y la otra para las niñas y niños de Durango sin embargo esto es, otra historia.
¿Por qué nuestra feria dejó de ser lo que era? Cundo fue gobernador Maximiliano Silerio Esparza, en aras de darle gobernabilidad al estado la tuvo que ceder a Gonzalo Yáñez, siendo este presidente municipal, lo cual trajo como consecuencia a otros distinguidos personajes con ese mismo fin: Marcos Cruz, Ismael Hernández Deras, José Rosas Aispuro y Jorge Herrera Delgado que organizaron con su estilo nuestra feria anual. Con el tiempo, las instalaciones de la feria se volvieron obsoletas. Siendo gobernador, Ángel Sergio Guerrero Mier inició el proyecto donde ahora están las instalaciones y los terrenos de la FENADU. Después Ismael Hernández Deras se encargó de terminar casi al 100% este proyecto, para ello se nombró un director de la feria. Al mismo tiempo se le asignó un subsidio con la finalidad de que sus ganancias fueran para el DIF estatal, pero al final de acuerdo a las estadísticas no fue así, porque en lugar de ganar se perdió. Ignoramos cuantos millones de pesos se fueron como subsidio en el sexenio pasado y si este recurso se recuperó, cuentas que hasta hoy seguimos esperando.
Suponemos que esa es una de las razones o argumentos del gobernador José Rosas Aispuro Torres, ya que en más de dos veces ha anunciado su intención de concesionar la FENADU. Esto significaría, en los hechos, la posibilidad de que el gobierno del estado le concesione a una empresa o un particular, el permiso para realizar la feria en 2017 por tener facultades y ser propiedad del gobierno del estado y, ya encarrerado el gato, ¿por qué no de una buena vez todo el sexenio? Algo análogo sucede en todos los municipios de estado. Los presidentes municipales les venden a particulares los derechos de la feria por una cantidad de dinero ¡ah, pero eso sí! El municipio aporta toda la logística de seguridad y los servicios municipales que se requieran. Pero da la casualidad que Durango no es el municipio de San Pedro del Gallo o de San Luis del Cordero, aquí es la joya de la corona del estado. ¿Aparte de la concesión que se pretende no habrá otra alternativa para organizar la feria? La sociedad opina que sí: un patronato. En el pasado, cuando los hubo, funcionaron. Hoy que están tan de moda los gobiernos ciudadanos, ¿por qué no se nombra dicho patronato para que se organice la Feria Nacional Villista o Feria Nacional Guadalupe Victoria, como se llame en este sexenio?

¿Por qué si la sociedad civil los llevó al poder no piensan en un patronato que salga de la misma? En Durango existen empresarios exitosos y con experiencia en el tema, ciudadanos con capacidad y prestigio social, hombres y mujeres con oficio, talento y honradez que garantizan el éxito artístico, cultural, social y económico, lo que se perdió al convertir a la FENADU en una dirección más del gobierno del estado. La próxima feria ya está a la vuelta de la esquina, ya se deberían de estar pensando en ir a la feria de León, Guanajuato, por ejemplo, para ver qué conseguimos y que podemos aprender. ¿Por qué no hacen una consulta ciudadana, como últimamente se acostumbra, para saber si la sociedad quiere una concesión o un patronato? Hay que aprovechar que la democracia llegó para quedarse.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.