Cine nada me debes, cine estamos en
paz: Hernando Name
ÁLVARO SANJUÁN
“Cuando le dije a mi padre que me iba echar a volar,
que ya tenía mis alas y abandonaba el hogar se puso serio y me dijo: a mí me ha
pasado igual”
-Alberto Cortez
En 1954, cuando se filmó en Durango la película “Pluma
Blanca”, nace también una leyenda del cine nacional: Hernando Name. De stuntman
a director de cine, de su pueblo Antonio Amaro a codearse con los monstruos
sagrados de la época dorada de Hollywood. Pocos, muy pocos, saben del cine y de
su industria en México como el maestro Name. Alejado de la alfombra roja y de
la hoguera de las vanidades, parafraseando a José Alfredo Jiménez, nació
alejado del bullicio y de la falsa sociedad –de la del cine. Triunfar en lo que
llaman el séptimo arte no es nada sencillo, hay que pasar hambres, fríos,
insomnio, el fuego amigo de los que aspiran a la fama, al dinero, al glamour, al
Ariel y al Oscar de la academia.
Para hablar de cine y contar sus anécdotas Hernando Name no
tiene pelos en la lengua, no tiene cola que le pisen, nunca acudió a las
políticas paternalistas del gobierno para ser lo que hoy: una leyenda de la
historia del cine de Durango. Dijo el poeta: “hay aves que cruzan el pantano y
no se manchan, mi plumaje es de esos” Del cine, Hernando puede decir lo mismo.
En el libro Hernando Name el Centauro del
cine, escrito por José de la O Holguín y Gilberto Jiménez, se nos narra del
divorcio que siempre tuvo con los intelectuales del cine, de las mafias que
deciden que es el cine del arte y cuál no, lo
mismo quienes acuden a los festivales de Cannes, Berlín o Venecia y también
de aquellos que se creen divos sin serlo. En cambio, admira a actores como Víctor
Junco y a directores de la estatura de Felipe Cazals, a un Antonio Aguilar
famoso después de muerto. Tal vez Name
esté equivocado pero es sincero y dice su verdad.
Muchos que conocen la trayectoria de Hernando Name
seguramente piensen que forma parte del corredor de las estrellas donde están
los nombres de quienes forman parte de la historia del cine filmado en Durango
con, entre otros, John Wayne, Glenn Ford, Paul Newman, Dolores del Río… Bueno,
“¡Háigase visto!” Hasta Héctor Suárez, al que tanto le debe Durango ¡El colmo!
Solo les faltó poner a Viruta y Capulina; José Luis de Alba, “Resortes”;
“Vitola”; “El chavo del 8” o; Beto, “el boticario”. A quienes tuvieron tan
brillante idea, nunca les pasó por la mente la figura de Hernando Name y todo
lo que significa para la historia de nuestro cine. ¿Por qué Name no tiene una estrella
en este paseo? ¿Quieren que haga más méritos para merecerla? Sí John Wayne
viviera, se moriría otra vez, porque no se le ha reconocido a su amigo el
trabajo y entrega que le ha dado al cine de Durango. No todo es Dolores del Río
–por cierto, cada vez más en el olvido- o Juan Antonio de la Riva. No es justo
que a una figura tan respetada en varias partes del mundo, no se le reconozca
en la tierra que lo vio nacer. A otros por menos hasta les hacen sus
monumentos.
Esta usted invitado para hoy viernes a las 18:30 a acompañar
al Centauro del Cine en el museo del otro Centauro, el del Norte, Francisco
Villa, a la presentación de su libro. Name es uno de los conversadores más
increíbles que usted pueda escuchar. Si la revolución mexicana se hizo a
caballo, no es descabellado decir que la historia del cine en Durango se hizo
de la misma manera y que el orgullo de Antonio Amaro, del municipio de
Guadalupe Victoria, fue el principal protagonista. Como alguien dijo: los
homenajes son en vida, en vida hermano. Por fortuna Hernando Name no necesita
morirse para reconocerle toda su
trayectoria como stuntman, actor, director de acción, director de cine y
productor. Fuimos la tierra del cine, pero seguimos siendo la tierra de los
alacranes.
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