¿Cuándo regresan el ICED al
Bicentenario?
ÁLVARO SANJUÁN
“La política es la actuación pública de pasiones
privadas”
-Carlos Fuentes
Desde hace varios años, donde hoy
es la sede del Instituto de Cultura del Estado se pagan más de cien mil pesos
de renta mensual. Algo así como un millón trescientos al año. ¿Por qué? Esta es
parte de la historia: En el sexenio de Ismael Hernández Deras, el escritor,
escultor, arquitecto y crítico de arte Fernando Andrade Cancino hizo un
proyecto, el cual le fue fusilado cuando lo presentó a las autoridades, que al
final se convirtió en lo que hoy conocemos como el Bicentenario. La propuesta
original para el ICED consistió en que mientras se construía la obra, de manera
temporal y provisional rentaran una propiedad para seguir funcionando. Pero
“haiga sido como haga sido”, hasta la fecha sigue en esa casa. Sin embargo, han
pasado ya dos sexenios, además del que comienza, y no se ve cuándo regrese el
ICED a de donde lo sacaron. ¿Quiénes lo hicieron? Fueron las nuevas generaciones
con gustos faraónicos y sueños de poder los que convirtieron al Bicentenario en
la sede del ejecutivo estatal y, ya encarrerado el gato, les hicieron la
competencia a los salones de eventos del Club Campestre, Empleados de Comercio
y al Club de Leones.
Fue el exgobernador Ángel Sergio
Guerrero Mier quien le dio en propiedad los edificios y los terrenos del ex internado
Juana Villalobos, al Instituto de Cultura del Estado, donde duró hasta el
sexenio de Ismael Hernández Deras. Los ciudadanos nos parecemos a los maridos
cornudos, que son los últimos en enterarse cuando su mujer los engaña. Decimos
esto porque hasta la fecha la sociedad ignora, por ejemplo, qué tuvo que hacer
el Congreso del Estado de aquellos tiempos para que en vez de estar ahí el ICED,
de un día para otro y en lo oscurito, se convirtiera en la sede del Poder Ejecutivo,
dejando el Palacio de Zambrano. Los duranguenses tenemos el derecho de que se
nos explique si el Instituto de Cultura ha sido víctima de un despojo o entregó
en comodato al gobierno del estado o si existe alguna otra figura jurídica para
que ahí despache el gobernador en turno. Por fortuna, el gobernador del estado
José Rosas Aispuro Torres prometió que regresará a la sede histórica del
Palacio de Zambrano a despachar como jefe del ejecutivo. ¿Seguirá el ICED
rentando la casa en la que hoy es su sede? Todos sabemos que la flamante
directora de cultura, la poeta y escritora Socorro Soto Alanís, sin duda tomará
cartas en el asunto. Ella conoce como nadie el tema porque estuvo del otro lado
de la trinchera cultural, la escritora siempre fue crítica de lo que pasaba en
el Instituto de Cultura, comenzando porque se pagaba renta y porque el
Bicentenario se construyó en terrenos del ICED (y existe escritura pública que
así lo demuestra).
A ver si no se sacan un as de la
manga, como acostumbran, sobre la figura jurídica de los terrenos del Juana
Villalobos. Que no se nos olvide, nos
prometieron transparencia y honestidad. El ICED no se merece eso, después de
que durante más de diez años construyó los pilares fundamentales de nuestro Festival
Revueltas que, con defectos y virtudes, se ha ido abriendo caminos para
competir con los mejores Festivales culturales del país. De entre quienes más han
impulsado al Festival está Luis Ángel Martínez Diez, que, por increíble que nos
parezca, estuvo en las finales para dirigir al Instituto por tercera vez. Usted
ya sabe, los diplomas siempre se los llevan los directores en turno. Sin ser
monedita de oro, con críticas a favor y en contra, Víctor Hugo Galván es quien
por muchos años ha operado temas culturales municipales y estatales. A él se le
debe, por mucho, la organización de los Festivales Revueltas, porque sus
directores le han brindado su apoyo y confianza. El Festival da para crecer y
hablarse de tú con sus homólogos de Tamaulipas o Chihuahua, se requiere cuando
menos entre setenta y cien millones de pesos, pero como el dinero no es todo en
la vida para el Festival se ha utilizado la experiencia y la imaginación. Pero
si por consignas o políticas de grupo se privilegia otra cosa, como alguien
dijo: allá ellos.
Una vez Edgar Allan Poe escribió:
“es tan corta la vida, y tan largo el camino del arte” Es cierto que en nuestra
cultura hay mucho por hacer. En el pasado Festival no todo fue bueno, pero
tampoco estuvo tan mal. Como en el baseball, una jugada en la serie mundial
desquita un boleto, por caro que esté. Si usted asistió al Festival y, entre
otras cosas, pudo ver el concierto de violín que presentó Ara Malikian, fue
testigo de ver a un artista fuera de serie. No se diga la que nos quiere como
si fuéramos sus paisanos por los orígenes de su papá y abuelo: la maestra
Alondra de la Parra, que cimbró la IV Centenario dirigiendo a nuestros
extraordinarios músicos duranguenses. Podemos decir: los Festivales Revueltas
bien valen una misa.
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