Asumiré el costo político de mí
gobierno: José Rosas Aispuro Torres
ÁLVARO
SANJUÁN
“El tiempo es el mejor autor: siempre
encuentra un final perfecto”
-Charles Chaplin
Alguien dijo una vez los
políticos nunca dicen lo que piensan, ni hacen lo que dicen. Así es como se
llega al poder, esta fórmula no falla. Sin embargo, la sociedad siempre ha
vivido de esperanzas, tal vez porque esta es la que muere al último. Existe una
especie de pacto entre los gobiernos que llegan y la sociedad para darles el
beneficio de la duda. Diría Juan Gabriel: la costumbre es más fuerte que el
amor, por eso los ciudadanos son siempre fieles, cumplen cada tres años o cada
seis, lo que para los políticos significa una luna de miel. Esta luna, como la
de octubre, empieza, pero termina y la política no es un sueño, sino la
realidad que vivimos todos los días: la inseguridad, el desempleo, la
impunidad, la pobreza alimentaria, la violación a los derechos humanos, las
deudas públicas y los pleitos mediáticos.
Del desayuno con el gobernador
Rosas Aispuro, directo, y por supuesto inédito, hay todavía cosas que comentar
por quienes asistieron ese día al Bicentenario. No es común escuchar a un
gobernador decir que, de ser necesario, en su momento tomará medidas dolorosas pero
necesarias y que por el bien de Durango asumirá el costo político que tenga que
pagar. Todos, o al menos la mayoría de los presentes, pensaron en impuestos,
recortes presupuestales, gastos superfluos, adelgazar el aparato burocrático y
eliminar los privilegios de los virreyes locales los que nos han gobernado por
más de ochenta años. Hace unos cuantos días Enrique Peña Nieto declaró a los
medios nacionales que el gobierno federal no es un barril sin fondo ¿Cómo está
eso? Porque de acuerdo a Alejandro Humboldt, México era el cuerno de la
abundancia ¿Ya se acabaron la abundancia y nos dejaron el puro cuerno? Si es
como Peña Nieto dice, el gobierno de la alternancia está en un grave problema,
tal como se acaba de dar a conocer que a Durango podría recortársele un 10% de su
presupuesto ¿Se acabaron los años de los presupuestos récord?
Históricamente, desde los
tiempos de Antonio López de Santa Anna con las políticas recaudatorias del
feudalismo hasta Enrique Peña Nieto, las políticas públicas más exitosas de los
gobiernos han sido los impuestos. Por ejemplo los gasolinazos, los que sin duda
seguiremos padeciéndolos. Todos los días, como si fuera una novela de terror,
los duranguenses nos despertamos con noticias que cada vez nos alejan más de la
posibilidad de dejar de ser uno de los estados más pobres del país. Arturo
López Bueno, el subsecretario de acción electoral del gobierno del estado, hizo
declaraciones a los medios de comunicación que los recursos para combatir la
pobreza en Durango están embargados: se dieron en garantía a los bancos hasta
el 2040 ¿No será mejor que nos digan de una buena vez si las finanzas públicas
del estado se dieron en garantía hasta el siglo XXII? Y, de esta manera,
podríamos parafrasear a Manuel Buendía: a Durango solo le quedan dos vías para
salir de su pobreza, una científica y una milagrosa. La científica sería que la
Virgen de Guadalupe y el millón de duranguenses que viven y trabajan en Estados
Unidos, nos traigan bajo el brazo los miles de millones de dólares que
necesitamos y la otra, o sea la milagrosa, que los duranguenses nos pongamos a
trabajar y no estar pensando solo en el
modo fácil de vivir: la burocracia.
Hablando de mujeres y
traiciones, el presidente municipal José Ramón Enríquez Herrera anunció que “no
habrá incrementos ni nuevos impuestos municipales” ¿El gobernador Aispuro
Torres anunciará lo mismo en ámbito de su competencia? ¿Veremos, pasado el
tiempo, a un presidente municipal popular que dice no a los incrementos y a
nuevos impuestos? En fin, tenemos que esperar cual de las dos estrategias
funciona: si la de José Ramón o la posible – que quede claro- futura política de impuestos por parte del gobierno
del estado, comenzando con el inminente regreso de pagar la tenencia otra vez. No
cabe duda: estamos ante dos políticos diferentes, con distintos estilos de
gobernar. Uno pensando en el futuro y el otro cumpliendo el sueño de todo
ciudadano duranguense: ser gobernador.
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