viernes, 2 de septiembre de 2016

Los derechos pendientes, de José Luis Ramírez
ÁLVARO SANJUÁN
“He llegado a pintar con la misma naturalidad con la que hablaba, respiraba y sudaba”
-Diego Rivera

Al mirar  el mural que pintó en el Congreso del Estado el artista José Luis Ramírez,  no podemos evitar citar lo que una vez dijo Octavio Paz: ahora sabemos que el reino del progreso no es de este mundo. No se equivoca Arturo Kampfner cuando nos dice: estamos frente a un artista que en pocos años no solo será orgullo de Durango o México, sino de los mejores muralistas del mundo. Sin duda, el mural de José Luis es una denuncia política y social, una crítica al Estado mexicano y a los gobiernos en turno, por la deuda contraída con un pueblo que solo tiene derechos en nuestra Constitución, pero que en los hechos es un país rico lleno de pobres, de impunidad, injusticias, desigualdades, marginación, concentración de la riqueza en unas cuantas manos y el poder una oligarquía.
Vemos en el mural del pintor duranguense cómo los derechos superiores de las niñas y los niños son violentados, olvidando que forman parte de un artículo de la Constitución. Por eso quizás Ramírez plasmó la tristeza en sus miradas y la ausencia de sonrisas a las que tienen derecho. Por otro lado, el muralista también trata de la misma manera el mundo de los jóvenes, los retrata como si su destino fuera el de un trapecista a punto de caerse de una cuerda floja, nos habla de los “ninis,” aquellos cuya única salvación es caer en las redes perversas de la narcoviolencia o buscar el sueño americano. Pero no solo nos habla de las niñas y niños o los jóvenes, dibuja también que estos siguen buscando los derechos pendientes. ¿Cómo dejar fuera a los adultos mayores, que de acuerdo a nuestra Constitución tienen derecho a una vejez digna, en lugar de verlos por las calles de nuestra ciudad pidiendo para comer o esperando una gota de ayuda? El mérito del trabajo del artista es el de haber hecho el mural en el lugar indicado: la casa del pueblo. Para que nuestros legisladores cada vez que lo vean, recuerden que no solo se trata de hacer las leyes, estas deben reflejarse en la sociedad.
El otro tema del mural Los derechos Pendientes es que hizo historia. En su discurso, el hoy exdiputado local Arturo Kampfner nos narra que desde hace setenta y ocho años no se pintaba un mural público en  Durango. Sin duda el joven pintor con esta obra ya pertenece a la escuela de otros muralistas como Guillermo Bravo, Montoya de la Cruz y del muralista vivo y universal de El Salto, Pueblo Nuevo,  Guillermo Ceniceros. ¡Cómo nos daría gusto que los duranguenses nos diéramos el tiempo para ir a ver este mural!, porque es el mejor homenaje y reconocimiento que se le puede hacer a José Luis Ramírez y, por supuesto, que den su opinión. Deseamos que no pasen otros setenta y ocho años para que se vuelva a pintar un nuevo  mural público un Durango. Sería inaceptable que así sucediera debido a que pintores como José Luis Ramírez no nacen todos los días, como no han nacido otros Clementes Orozco, Siqueiros o Diegos Rivera. A reserva de equivocarnos, podemos decir que el mural los derechos pendientes bien vale una misa.
Pero el trabajo del pintor también plantea otra problemática, nos lo recuerda otra vez Kampfner: pasaron setenta y ocho años para que se pintara en Durango un mural público. Esto nos habla de la ausencia de una política cultural pública: no se trata solo del pintor José Luis Ramírez y quienes lo ayudaron, hay muchos artistas en Durango que teniendo enorme talento se pueden pasar la vida sin siquiera pintar una acuarela, escribir una novela, un ensayo o hacer una escultura y otras cosas que tienen que ver con el arte. Y ya que hablamos de los derechos pendientes, la cultura es también un derecho humano. Todos queremos que la famosa alternancia llegue al IMAC y al ICED. Qué  bueno que artistas como José Luis Ramírez no caigan en la seducción del canto de las sirenas y siga conservando la sana distancia. Ya lo dijo Emiliano Zapata: prefiero ser esclavo de los hombres que del poder.


 Los derechos pendientes, de José Luis Ramírez
ÁLVARO SANJUÁN
“He llegado a pintar con la misma naturalidad con la que hablaba, respiraba y sudaba”
-Diego Rivera

Al mirar  el mural que pintó en el Congreso del Estado el artista José Luis Ramírez,  no podemos evitar citar lo que una vez dijo Octavio Paz: ahora sabemos que el reino del progreso no es de este mundo. No se equivoca Arturo Kampfner cuando nos dice: estamos frente a un artista que en pocos años no solo será orgullo de Durango o México, sino de los mejores muralistas del mundo. Sin duda, el mural de José Luis es una denuncia política y social, una crítica al Estado mexicano y a los gobiernos en turno, por la deuda contraída con un pueblo que solo tiene derechos en nuestra Constitución, pero que en los hechos es un país rico lleno de pobres, de impunidad, injusticias, desigualdades, marginación, concentración de la riqueza en unas cuantas manos y el poder una oligarquía.
Vemos en el mural del pintor duranguense cómo los derechos superiores de las niñas y los niños son violentados, olvidando que forman parte de un artículo de la Constitución. Por eso quizás Ramírez plasmó la tristeza en sus miradas y la ausencia de sonrisas a las que tienen derecho. Por otro lado, el muralista también trata de la misma manera el mundo de los jóvenes, los retrata como si su destino fuera el de un trapecista a punto de caerse de una cuerda floja, nos habla de los “ninis,” aquellos cuya única salvación es caer en las redes perversas de la narcoviolencia o buscar el sueño americano. Pero no solo nos habla de las niñas y niños o los jóvenes, dibuja también que estos siguen buscando los derechos pendientes. ¿Cómo dejar fuera a los adultos mayores, que de acuerdo a nuestra Constitución tienen derecho a una vejez digna, en lugar de verlos por las calles de nuestra ciudad pidiendo para comer o esperando una gota de ayuda? El mérito del trabajo del artista es el de haber hecho el mural en el lugar indicado: la casa del pueblo. Para que nuestros legisladores cada vez que lo vean, recuerden que no solo se trata de hacer las leyes, estas deben reflejarse en la sociedad.
El otro tema del mural Los derechos Pendientes es que hizo historia. En su discurso, el hoy exdiputado local Arturo Kampfner nos narra que desde hace setenta y ocho años no se pintaba un mural público en  Durango. Sin duda el joven pintor con esta obra ya pertenece a la escuela de otros muralistas como Guillermo Bravo, Montoya de la Cruz y del muralista vivo y universal de El Salto, Pueblo Nuevo,  Guillermo Ceniceros. ¡Cómo nos daría gusto que los duranguenses nos diéramos el tiempo para ir a ver este mural!, porque es el mejor homenaje y reconocimiento que se le puede hacer a José Luis Ramírez y, por supuesto, que den su opinión. Deseamos que no pasen otros setenta y ocho años para que se vuelva a pintar un nuevo  mural público un Durango. Sería inaceptable que así sucediera debido a que pintores como José Luis Ramírez no nacen todos los días, como no han nacido otros Clementes Orozco, Siqueiros o Diegos Rivera. A reserva de equivocarnos, podemos decir que el mural los derechos pendientes bien vale una misa.
Pero el trabajo del pintor también plantea otra problemática, nos lo recuerda otra vez Kampfner: pasaron setenta y ocho años para que se pintara en Durango un mural público. Esto nos habla de la ausencia de una política cultural pública: no se trata solo del pintor José Luis Ramírez y quienes lo ayudaron, hay muchos artistas en Durango que teniendo enorme talento se pueden pasar la vida sin siquiera pintar una acuarela, escribir una novela, un ensayo o hacer una escultura y otras cosas que tienen que ver con el arte. Y ya que hablamos de los derechos pendientes, la cultura es también un derecho humano. Todos queremos que la famosa alternancia llegue al IMAC y al ICED. Qué  bueno que artistas como José Luis Ramírez no caigan en la seducción del canto de las sirenas y siga conservando la sana distancia. Ya lo dijo Emiliano Zapata: prefiero ser esclavo de los hombres que del poder.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Datos personales

Mi foto
Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.