Entre la
alternancia y el viacrucis
ÁLVARO SANJUÁN
“Torres muy
altas se caen del cielo, pero del suelo no han de pasar”
-Tomás Méndez,
compositor
Parafraseando el refrán popular: nadie sabe el poder
que tiene hasta que lo ve perdido. En su discurso de toma de protesta, José
Rosas Aispuro dijo: “agradezco a la sociedad haber perdido el miedo para votar
por el futuro de Durango”. Como consecuencia, tal vez, vivamos el sueño de la
alternancia y veamos el viacrucis de la oposición, léase el PRI. Pero una cosa
son los sueños y otra la realidad. Nicolás Maquiavelo en su ensayo sobre
política, El príncipe, escribió todo
lo contrario a la obra de Miguel Cervantes de Saavedra, El Quijote. Los personajes de esta última jamás pensaron en ser
diputados, senadores, gobernadores o presidentes de la República. En cambio, El príncipe es, hasta la fecha, la
inspiración de cualquier mexicana y mexicano que se dedique a la noble
profesión de la política.
Cada seis años sucede lo mismo: se disputan la gubernatura
los partidos, amigos, grupos, familias y empresarios. Unos son de izquierda,
derecha, centroizquierda y hasta hay ciudadanos que dicen representar el
bienestar del duranguense. Por eso a nadie debe sorprender que el grupo “X” gane
el poder y el otro se quede en el “ya merito”. Parte de lo que vimos y vivimos
el pasado jueves en la velaría no es más que eso. No pudimos evitar recordar
cuando la izquierda partidista intentó impedir que Felipe Calderón tomara
protesta como presidente de México en la Cámara de Diputados: hubo gritos,
insultos, connatos de violencia y, claro, las mentadas de madre estuvieron a la
orden del día. No lo fue tanto en la velaria pero, con sus matices, son válidas
las analogías. Cuando las masas rebasan al poder y a los políticos puede ser
peligroso. No sería malo recordarles que la sociedad, que está en medio de
ellos, no votó para que llegaran unos y se quitaran otros o para que el grupo
perdedor se vaya y el ganador se quede, ni tampoco para que regresen los
expriístas o el nuevo PRI se vaya un tiempo de vacaciones.
Las sociedad no fue a las urnas el 5 de junio para que
utilicen la victoria de los duranguenses como un instrumento de venganza entre ellos.
Rosas Aispuro fue claro cuando mencionó que no se dejará intimidar por nadie,
los grupos o los partidos, ni va a permitir chantajes porque él será el único
que tome las decisiones después de haberlos escuchado a todos. Agregó: “soy un
hombre de palabra y le cumpliré a la sociedad que me llevó al poder, y con ella
voy a gobernar, como gobernador estaré en las calles donde se encuentran los
problemas de la gente”. Todos esperamos que lo sucedido en la velaria sea un mensaje
que alerte a los que nos van a gobernar y que este acontecimiento no se refleje
en el Congreso, donde el PRI tiene mayoría. Al menos con Ricardo Pacheco
Rodríguez los tricolores tienen un líder maduro, en él y José Rosas Aispuro
como gobernador debe de caber la prudencia, aún estando en trincheras diferentes,
para que con diálogo y más diálogo le den vuelta a la hoja y lo de la velaria
que sea parte de la historia.
Con el tiempo sabremos si lo que sucedió en ese recinto
es parte del hartazgo y los agravios que por ochenta y ocho años, y no solo los
últimos doce, padeció el pueblo de Durango, o si fue, como algunos comentan,
algo orquestado. “Haiga como haiga sido”, ese episodio será histórico. Los que
hicieron posible la alternancia, fueron los duranguenses que dejaron de ser por
fin conservadores, y creemos que ese temor ya fue superado para siempre. Si los
que llegan son igual, los duranguenses no habremos de esperar otros ochenta y
ocho años: si no funcionan, durarán cuando mucho tres o seis años mientras
llega la revocación de mandato. El gobernador Aispuro y el presidente municipal
José Ramón Enríquez tienen la palabra.
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