domingo, 18 de septiembre de 2016

Entre la alternancia y el viacrucis



Entre la alternancia y el viacrucis
ÁLVARO SANJUÁN
“Torres muy altas se caen del cielo, pero del suelo no han de pasar”
-Tomás Méndez, compositor
Parafraseando el refrán popular: nadie sabe el poder que tiene hasta que lo ve perdido. En su discurso de toma de protesta, José Rosas Aispuro dijo: “agradezco a la sociedad haber perdido el miedo para votar por el futuro de Durango”. Como consecuencia, tal vez, vivamos el sueño de la alternancia y veamos el viacrucis de la oposición, léase el PRI. Pero una cosa son los sueños y otra la realidad. Nicolás Maquiavelo en su ensayo sobre política, El príncipe, escribió todo lo contrario a la obra de Miguel Cervantes de Saavedra, El Quijote. Los personajes de esta última jamás pensaron en ser diputados, senadores, gobernadores o presidentes de la República. En cambio, El príncipe es, hasta la fecha, la inspiración de cualquier mexicana y mexicano que se dedique a la noble profesión de la política.
Cada seis años sucede lo mismo: se disputan la gubernatura los partidos, amigos, grupos, familias y empresarios. Unos son de izquierda, derecha, centroizquierda y hasta hay ciudadanos que dicen representar el bienestar del duranguense. Por eso a nadie debe sorprender que el grupo “X” gane el poder y el otro se quede en el “ya merito”. Parte de lo que vimos y vivimos el pasado jueves en la velaría no es más que eso. No pudimos evitar recordar cuando la izquierda partidista intentó impedir que Felipe Calderón tomara protesta como presidente de México en la Cámara de Diputados: hubo gritos, insultos, connatos de violencia y, claro, las mentadas de madre estuvieron a la orden del día. No lo fue tanto en la velaria pero, con sus matices, son válidas las analogías. Cuando las masas rebasan al poder y a los políticos puede ser peligroso. No sería malo recordarles que la sociedad, que está en medio de ellos, no votó para que llegaran unos y se quitaran otros o para que el grupo perdedor se vaya y el ganador se quede, ni tampoco para que regresen los expriístas o el nuevo PRI se vaya un tiempo de vacaciones.
Las sociedad no fue a las urnas el 5 de junio para que utilicen la victoria de los duranguenses como un instrumento de venganza entre ellos. Rosas Aispuro fue claro cuando mencionó que no se dejará intimidar por nadie, los grupos o los partidos, ni va a permitir chantajes porque él será el único que tome las decisiones después de haberlos escuchado a todos. Agregó: “soy un hombre de palabra y le cumpliré a la sociedad que me llevó al poder, y con ella voy a gobernar, como gobernador estaré en las calles donde se encuentran los problemas de la gente”. Todos esperamos que lo sucedido en la velaria sea un mensaje que alerte a los que nos van a gobernar y que este acontecimiento no se refleje en el Congreso, donde el PRI tiene mayoría. Al menos con Ricardo Pacheco Rodríguez los tricolores tienen un líder maduro, en él y José Rosas Aispuro como gobernador debe de caber la prudencia, aún estando en trincheras diferentes, para que con diálogo y más diálogo le den vuelta a la hoja y lo de la velaria que sea parte de la historia.
Con el tiempo sabremos si lo que sucedió en ese recinto es parte del hartazgo y los agravios que por ochenta y ocho años, y no solo los últimos doce, padeció el pueblo de Durango, o si fue, como algunos comentan, algo orquestado. “Haiga como haiga sido”, ese episodio será histórico. Los que hicieron posible la alternancia, fueron los duranguenses que dejaron de ser por fin conservadores, y creemos que ese temor ya fue superado para siempre. Si los que llegan son igual, los duranguenses no habremos de esperar otros ochenta y ocho años: si no funcionan, durarán cuando mucho tres o seis años mientras llega la revocación de mandato. El gobernador Aispuro y el presidente municipal José Ramón Enríquez tienen la palabra.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.