viernes, 30 de octubre de 2015

¿Por qué se hizo la supercarretera y el ferrocarril no?


“Soy el tren sin pasajeros que se pierde solo y triste por los montes del olvido”
-Tomás Méndez, compositor
Da la impresión que el ferrocarril Durango-Mazatlán está encantado y que no ha llegado el príncipe que rompa ese hechizo. Pero como en las políticas públicas no hay embrujos ni hechizos, la verdad es que ha faltado voluntad política, como la que hubo en su momento para construir la hoy cada vez más polémica supercarretera Durango-Mazatlán debido a las fallas técnicas que aparecen conforme pasa el tiempo, y que en el lenguaje de los simples mortales nos suena a que se pudo haber cometido un fraude, porque da la impresión que de los casi 30 mil millones de pesos que se invirtieron en su construcción, solo fueron beneficiadas unas cuantas empresas. Tanto así que ya “Meño” Herrera pidió cárcel a los responsables. Estamos de acuerdo con “Meño”, y nos gustaría que el presidente del PRI estatal pasara de las declaraciones mediáticas a la vía legal, porque no se litiga en los medios, para eso son los órganos competentes.

Si alguien conoce en Durango la historia del ferrocarril Durango-Mazatlán, es don Pedro Ávila Nevárez, un priísta polémico que, con virtudes y defectos, el partido tricolor no ha logrado fabricar otro cuadro como el de Ávila Nevárez. Y parafraseando al clásico: Don Pedro podría ser un día el último líder social del priísmo duranguense. Para colmo, hablando de la supercarretera a Mazatlán, tuvo que ser un presidente del PAN, Vicente Fox Quesada, el que creara el famoso fideicomiso para que se construyera la polémica supercarretera por un total de 25 mil millones de pesos, con la finalidad de que quien llegara a la presidencia, Andrés Manuel o Felipe Calderón, el proyecto se realizara. Nadie es profeta en su tierra. Pedro Ávila Nevárez tuvo la suerte de que Pedro Cerisola, secretario de Comunicaciones y Transportes en el gobierno foxista, lo privilegiara con su amistad. Creyó en él y lo apoyó en el asunto del ferrocarril Durango-Mazatlán. El resultado fue que se hizo y aprobó el proyecto ejecutivo para terminar las 120 kilometros de esta vía, y de este proyecto se desprendió que con cinco mil millones de pesos se podría terminar.

Hasta donde se sabe, hay interés por parte de varios gobiernos y empresarios extranjeros para que se haga realidad el ferrocarril, que vendría a ser un complemento para la carretera Durango-Mazatlán, con el objetivo primordial de sacar a Durango de su atraso histórico respecto de otros estados en el país. Se nos ha comentado que cuando se hizo la parte de la ruta férrea Durango-Mazatlán, construyeron, entre otras cosas, algunos túneles y hasta la fecha ignoramos si tiene problemas como los que están en la supercarretera, a tal grado que se anunció su posible cierre por lo grave del asunto. El proyecto para terminar esta vía ya tiene más de 50 años. En la persona de Pedro Ávila Nevárez, los duranguenses merecemos una explicación, ya sea técnica o financiera, de por qué durante muchos años no ha sido posible terminar esta obra. Se nos debe explicar si es costeable o no, o que se nos convenza de que la actual supercarretera es la panacea para salir de las condiciones económicas en las que se encuentra el estado, y que si la carretera nos llevará un día de estos a dejar de ser el “Chiapas del norte”. ¿O necesitamos tener un presidente que no sea del PRI para terminar el ferrocarril, como sucedió con la supercarretera?

Se nos puede decir a los duranguenses que esta obra no se ha hecho por falta de recursos, eso lo entenderíamos. Pero lo que no entendemos es por qué nuestra democracia nos sale tan cara, donde el INE recibe recursos para organizar elecciones hasta por 20 mil millones de pesos. Y no queremos decir que México no necesita la democracia. Sí, pero debe existir democracia con crecimiento y con desarrollo. Las Cámaras de Diputados y Senadores nos cuestan al año hasta dos veces más de lo que costaría terminar el ferrocarril Durango-Mazatlán. A ver quién organiza una rueda de prensa, hoy que están tan de moda, para decirnos que la inversión de 5 mil millones de pesos no se justifica, y que Don Pedro Ávila Nevárez ha vivido con el sueño y el proyecto equivocados.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.