domingo, 4 de octubre de 2015

En política, al nepotismo se le vence enfrentándolo


La historia de la clase política de nuestro país está llena de historias de este fenómeno, el cual explicaremos parafraseando al clásico: “ese es un problema cultural”. No es lo mismo una empresa familiar a que los políticos, aprovechándose de que son funcionarios públicos de los tres niveles de gobierno, manejen la administración como si fuera un negocio privado. El último presidente de la Revolución, como él mismo se definió, José López Portillo, llegó a decir que estaba orgulloso de su nepotismo porque su familia trabajaba en Los Pinos y en diferentes áreas de la administración pública federal. Pero no piense usted que ha sido el único: el último presidente populista del PRI, Luis Echeverría Álvarez, por ejemplo. La familia Echeverría Zuno también le dio vuelo a la hilacha, ya después los presidentes emanados del PRI se modernizaron: del populismo pasaron a lo que hoy se conoce como popularidad, y del nepotismo al neonepotismo, y desde Miguel de La Madrid Hurtado, pasando por Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox y todos los que usted pueda agregar siguen tan campantes como el comercial del Whisky.

¿Y qué decir de los partidos políticos?: Aprovechando que el nepotismo es un problema cultural, hoy vemos a familias enteras que manejan a partidos políticos como si fueran la extensión de su patrimonio. Otros lo hacen como si el partido fuera el Club de los amigos de Tobi, ahí tienen como ejemplo a los “chuchos” del PRD. Nueva Alianza, en un tiempo convertido en negocio familiar de Elba Esther Gordillo y ahora le pertenece al SNTE, es decir, la misma gata, nomás que revolcada. Uno de los más emblemáticos el Partido Verde
Ecologista, convertido en la empresa política más exitosa del país gracias a que es socio del PRI. Movimiento Ciudadano, de Dante Delgado, que al fin pudo cortar una flor de su jardín gracias a Enrique Alfaro en el estado de Jalisco y que será el delfín para la presidencia de la república en 2018. Ya que estamos hablando del partido Movimiento “Ciudadano”, aquí en Durango José Ramón Enríquez es el dueño de la franquicia del partido de Dante Delgado. El famoso oftalmólogo es el gerente local y su familia lo administra. No sabemos dónde hizo un diplomado sobre nepotismo quien siempre se ha definido como un hombre de la izquierda moderna, y que como producto de los votos que obtuvo en 2013, le alcanzara para poner en puestos públicos a sus hermanos y a otra hermana intentó ponerla como presidenta municipal de facto en el municipio de San Dimas.

Si existen políticos en Durango carismáticos, inteligentes y audaces, ese es José Ramón Enríquez. En 2006, cobijado por Andrés Manuel López Obrador, estuvo muy cerca de ser senador de la república. En la campaña de Ismael Hernández Deras fue uno de los principales operadores políticos y financieros. En la administración del de El Mezquital, fue Secretario de Salud, a él se atribuye la idea de lo que hoy es el Hospital 450. En poco tiempo demostró que ha sido, quizá, el mejor Secretario de Salud de Durango, y si no ha sido por sus ambiciones políticas, las cuales no pudo controlar, pudo haber estado en los finalistas para ser candidato a gobernador en 2010. Si en alguien se comprueba la premisa de que en política perdiendo se gana, es en José Ramón. Aunque ha sido candidato a puestos de elección popular, nunca ha ganado alguna, pero si ha perdido en contiendas electorales, ha sido ganador en otros aspectos. Derivado de su carrera política es el dueño de Movimiento Ciudadano, quedó
a un milímetro de ser diputado federal pluri y su familia ha obtenido privilegios políticos. Y ahora aspira a ser el candidato a la presidencia municipal de la coalición PAN-PRD-MC, si esta se llegara a consolidar.


Astuto como es el doctor Enríquez Herrera, el día que en rueda de prensa se anunció la intención de formalizar la alianza, se destapó como candidato al ayuntamiento de la capital. En pocas palabras, los chamaqueó a todos. Vemos muy complicado que José Ramón Enríquez, si al final hay acuerdos para que se cristalice la coalición, sea el candidato, porque a los panistas no se les olvida que gracias al papel que jugó José Ramón Enríquez en 2013, Jorge Salum del Palacio no llegó a la presidencia municipal. Los votos que obtuvo José Ramón fueron los que Salum necesitaba para ganar. En su momento, José Ramón estará como está hoy la senadora Leticia Herrera en el PRI: “o me dan la candidatura o me voy a otros brazos”. Los panistas tienen la última palabra: el oftalmólogo o Jorge Salum del Palacio.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.