Los artículos de Álvaro Sanjuán son publicados los viernes y domingos en El Sol de Durango
viernes, 14 de noviembre de 2014
En 2015, la prueba de fuego para Enrique Peña Nieto
México, aparte de ser surrealista, es también, al parecer, el país de las utopías. Primero, cuando Enrique Peña Nieto recién se estrena como presidente de México, comienza a soñar firmando el Pacto por México creyendo que iba a cambiar al país por arte de magia, y lo único que ha sucedido es que se reformaron artículos de la Constitución para lograr la reforma educativa, a la cual no le pueden encontrar la cuadratura al círculo. La reforma hacendaria o fiscal no fue hecha para aumentar la base tributaria, sino para aumentar los impuestos de los llamados “cautivos”, y no para las grandes empresas, en cambio sí para las medianas y pequeñas, que son las que generan empleos. Es tan kafkiana la reforma hacendaria que a hasta los que venden semillas en una esquina se les pide factura electrónica y tener un contador. Le puede preguntar a cualquier pequeño y mediano empresario si esta reforma le benefició. No se sorprenda si le contestan que están en el desempleo porque tuvieron que cerrar sus negocios, ¿y Wal-Mart, Televisa, Telmex o los bancos? Bien, gracias, ellos no pagan impuestos.
Por falta de espacio, no hablaremos de las otras reformas, solo mencionaremos en las que están cifradas todas las esperanzas del grupo Atlacomulco y socios que la acompañan: es decir, la energética, de la cual muchos mencionaban que los beneficios se verían a partir del 2015 y, concretamente, antes del tan esperado mes de julio. Los pronósticos de los expertos fallaron, y tuvieron que corregir, aceptando que la reforma energética será no de corto ni mediano plazo, sino de un largo plazo. ¿Lo verán nuestros nietos o nuestros bisnietos? Esperemos que sí. Sin embargo, el ejecutivo propone y la realidad dispone. Está comprobado: cualquiera puede ganar una elección presidencial, pero no cualquiera puede gobernar México, y menos aún con los problemas que tenemos y que los partidos nunca han querido resolver. El sistema mexicano nunca entendió el significado de la matanza de Tlatelolco en el ’68, donde murieron muchos estudiantes. Luis Echeverría, con su presidencia populista y demagógica les dio a los jóvenes del país la oportunidad de participar en política. Con el tiempo, terminaron siendo más de lo mismo, cautivados por la perversa magia del poder que los embrujó. Solo unos cuantos no escucharon el canto de las sirenas de la demagogia y del populismo, y prefirieron vivir con dignidad y morir igual, Luis de Alba o Raúl Álvarez Garín, no todo en México está contaminado.
Hoy, a Enrique Peña Nieto le está tocando bailar con la más fea: heredó el presidencialismo mexicano que tiene sus orígenes en el tlatoani de los aztecas, tal vez esa sea la razón para que los mexicanos veamos al presidente de México como si fuera un Dios, un ser omnipotente, y a nosotros solo nos toca obedecer. Nos olvidamos de que el presidente de México es de carne y hueso, como usted y yo.
No sabemos cuál sea el desenlace de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, pero para el mes de junio en que se van a celebrar elecciones federales para elegir a las diputadas y a los diputados, es casi seguro que para esa fecha la memoria de la sociedad mexicana estará fresca y el fantasma de Ayotzinapa le podría cobrar la factura al PRI y en especial a Peña Nieto. Agregue usted la revocación del contrato del tren ligero a los chinos, si estos tomaran la decisión de demandar al gobierno mexicano, le pueden ganar en los tribunales, y eso significaría que habría que pagarles, claro, para variar, todo saldría de nuestros impuestos. El asunto de Tlatlaya tampoco es cosa menor, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos está muy alerta del desarrollo de este asunto, y no queremos imaginar que si el caso llega a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y el resultado una posible sentencia al estado mexicano, nos veríamos, de manera similar, como el caso Radilla Pacheco.
Hace apenas unos días, nos enteramos que la actriz norteamericana Angelina Jolie le regaló a su esposo, el actor Brad Pitt, una isla que le costó 20 millones de dólares. Nadie se escandalizó porque con su trabajo ella le puede regalar eso y más, en cambio, aquí en México, la “famosa y bonita finca de adobe, finca de encino y mezquite”, es un escándalo a nivel internacional, y no se diga a nivel nacional. No ha nacido en México la actriz de telenovelas que trabaje unos años en Televisa y pueda comprarse una casa de 86 millones de pesos con solo firmar un contrato de exclusividad. Por estos escándalos y los que se puedan acumular de aquí al mes de junio de 2015, llegado el momento de la elección federal, donde Peña Nieto requiere, como nunca, la mayoría en San Lázaro, tendrá un dilema: ¿logrará el jefe del ejecutivo cambiar la realidad de este país en tan solo ocho meses? El primer domingo de junio del próximo año lo sabremos.
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- Álvaro Sanjuán
- Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.
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