“Es hora de cerrarle el paso al influyentismo, la corrupción y la impunidad”
-Luis Donaldo Colosio Murrieta
El lunes 17 de marzo en el museo Francisco Villa se reunió la crema y nata de la clase priísta local, incluyendo a su jefe político, para escuchar, a 20 años de la muerte del de Magdalena de Quino, Sonora, Luis Donaldo Colosio, la narrativa de Alfonso Durazo. El hombre que, sin saberlo, acompañó a Luis Donaldo el día que Carlos Salinas lo nombró su sucesor y en las oficinas del PRI le dijo a Durazo: “ganamos, cabrón” y acompañó al sonorense hasta el último momento que lo vio con vida en Lomas Taurinas. No sabemos cuántos conocieron bien a Colosio pero, sin duda, Alfonso Durazo fue uno de ellos. Ignoramos también cuántos creyeron conocerlo, entre ellos Carlos Salinas de Gortari, de haberlo conocido nunca lo hubiera nombrado su heredero político, no pudo ver en las entrañas del sonorense hasta el día que dijo: “Veo un México con hambre y sed de justicia”
En ocasiones, los que escuchábamos a Alfonso Durazo, nos daba la impresión de que era Luis Donaldo el que hablaba con nosotros a través del que fuera su secretario particular. Luis Donaldo opinaba, según Durazo, que en política hay que saber los tiempos. De los políticos priístas, que eran muchos, no sabemos cuántos tomarían en cuenta este consejo, porque algunos ya piensan en el futuro cuando ni siquiera han vivido el presente. El museo Francisco Villa, lleno de personalidades como pocas veces sucede, estaban fascinados por lo que nos narraba Durazo, buscando entender por qué asesinaron a Colosio Murrieta, “haiga sido quien haiga sido”, ¿sería porque quería democratizar el poder?, ¿qué diferencia existía entre el sonorense y muchos de sus compañeros de partido que piensan que el poder no se comparte con nadie, sólo se ejerce? Pero a diferencia de estos, Colosio sí era un hombre culto, un intelectual amante de la ópera y del arte, cosa poco común en nuestros políticos, por eso entendía que el poder que no puede ser depositado en una sola persona porque eso ofende. Lo mismo en un grupo, sea del estado o de la república que sea, porque democratizar el poder se entiende que debe llegar a la sociedad misma para cogobernar con quienes elegimos y, como opinaba Luis Donaldo, había que estar cerca de la gente.
Otro de los pensamientos políticos de Colosio nos lo socializó Alfonso: decía que Colosio Murrieta que en política hay que tener el olfato de los tiburones para poder oler las intrigas, no pudimos evitar preguntarnos: entonces, ¿por qué le falló a él cuando ya era candidato presidencial?, ¿no pudo oler que una intriga política se había convertido en un complot para asesinarlo? Esa es una respuesta que quizá se llevó a la tumba. El tema de Manuel Camacho Solís no podía faltar en esta conferencia de Alfonso. Nos cuenta que él le decía al de Sonora, en vísperas para nombrar candidato del PRI a la presidencia, que tuviera cuidado con Manuel Camacho porque era su enemigo en la carrera presidencial, a lo que Luis Donaldo, sonriendo, le contestó: “Camacho no es mi enemigo, sino el presidente Salinas porque el nombraría a su sucesor en Los Pinos” Así que no se trataba de engañar a Camacho Solís, más bien a Carlos Salinas, porque, tal vez, pensaba que era la única forma de acabar con el hambre de un pueblo y sus injusticias. Colosio ganó la guerra de la sucesión presidencial sin pelear, pero perdió la otra: la que le costó la vida.
Nunca sabremos si Luis Donaldo Colosio Murrieta era el presidente que hasta la fecha este país necesita, sin importar el partido al que perteneciera. Mucha gente que no pertenece al PRI ni simpatiza, opinaba que Colosio era el presidente que México estaba esperando. La muerte de Luis Donaldo nos enseñó que sí hay en nuestra patria mujeres y hombres que quieren cambiar a México. Pero también existen los que, “haiga que hacer lo que se tenga que hacer”, para nunca dejarlos llegar al poder, después de todo el político nacido en Magdalena de Quino, Sonora, nos hizo soñar con una utopía: democratizar el poder. Sólo hay un asunto al que Alfonso Durazo le dio la vuelta: ¿por qué mataron a Colosio? El autor material fue Mario Aburto, pero, ¿quién fue la mano que meció la cuna?
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