viernes, 13 de octubre de 2017

Otra vez en el campo duranguense la misma historia de siempre


Ni duda cabe, como dice la canción, los campesinos de Durango y del país nacieron con el santo de espaldas. Tal parece que el campo que funciona al 100% en nuestro estado es el de golf ubicado por los rumbos del fraccionamiento residencial Villas Campestre.

También en México y en Durango tenemos productores de primera, segunda, tercera, cuarta y hasta de quinta. Si hablamos de productores de primera, por solo poner un ejemplo, están en el estado de Sinaloa en lo que se conoce como el Valle de Culiacán. Familias como los Lomelí, entre otros, que componen un pequeño grupo privilegiado de productores exportan al mercado de Estados Unidos y se dan tiempo para abastecer al mercado nacional a través de las centrales de abasto de la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Silao, Tultitlán y Ecatepec. Ya que mencionamos a estas centrales de abasto, distribuyen diariamente el 60% de los productos que se consumen en México.

También le aportan a estos centros de abasto los estados de Sonora, Jalisco, Michoacán y Chihuahua. Otro dato que tenemos que volver a mencionar es que estos productores de primer mundo no solo exportan al campo mexicano, lo hacen también a otros países del mundo. Por supuesto que para la producción y competencia en los mercados internacionales se requieren enormes inversiones financieras y ellos las tienen. Ya sea por la banca de desarrollo o de los egresos que autorizan los diputados federales cada año para el
campo mexicano, y aunque le parezca exagerado, a ellos se les destinan de estos recursos públicos el 80%. A los productores de segunda o tercera el otro 20%, “¡háigase visto!” Una pregunta: ¿cuáles son las consecuencias? Aquí en Durango, nuestros campesinos no salen del olvido total, les dan aspirinas para remediar enfermedades que requieren de tratamientos y cirugía. Males que padecen desde hace muchos años. Les dan algo así como una política social pública para que no se mueran de hambre y estén en condiciones de votar por los políticos y los partidos cada vez que hay elecciones. Por eso los expertos en temas de pobreza extrema y alimentaria aseguran que esto puede terminarse, pero como los pobres son un negocio para los gobiernos y el poder de este país, no hay que desaparecerlos del todo. Hay que procurar que tengan fuerzas para votar en los procesos electorales.

Si usted creía que este año tendríamos una cosecha récord de frijol, sentimos mucho decepcionarlo. El exceso de lluvias le hizo mucho daño a las plantas, como hace poco declaró a los medios el hasta hoy secretario de SAGADR, René Almeida: “le está lloviendo veneno al frijol”. Y así fue. Debido a las lluvias atípicas, como las llamaría el Ing. Florencio Rodríguez, zonas frijoleras como La Joya, Cuauhtémoc o toda la región de los llanos se llenaron de plagas. Y esto será la causa de que solo se levantará un 40% de lo proyectado. Es decir, si un productor calculaba levantar una tonelada de frijol por hectárea, ahora el promedio será entre 300 y 400 kilos de frijol. Si el gobierno anunció, por decir algo, cien mil toneladas hoy habrá solo 40 mil. El tema es que los campesinos y pequeños productores no tienen seguros que les compensen los daños causados por el agua y las plagas, el llamado seguro catastrófico es primo hermano de la carabina de Ambrosio, es un seguro retórico, demagógico y
electorero. Duele decirlo pero nuestro campo carece de seguros como hay en Estados Unidos, allá si tienen problemas por baja producción de frijol el gobierno los compensa, lo mismo si existe un superávit en su cosecha, el gobierno no permite que inunden el mercado y les resuelve también el problema financiero que esto significa.

Pero viene la plaga mayor de todas: los acopiadores, que ponen los recursos para que los coyotes compren el frijol a los campesinos y productores que se ven obligados por deudas y hambre a venderles al precio que ellos les imponen. No habrá suficiente frijol y la lógica del mercado dice que tendría que ser más caro, pero no será así: el gobierno intentará poner el precio de este producto y, como siempre, los coyotes y acopiadores serán los dueños de las ganancias. Y estos tienen nombre y apellido, todos sabemos quiénes son. Campo de Durango, por favor no te nos vayas a morir. Si requieres aspirinas y tanques de oxígeno para darte vida artificial, cuenta con ello, te necesitamos para 2018. Por cierto, ¿ya les pagaron los famosos $1.50 a los campesinos que les deben desde antes de Cristo? Claro que no. y Como dijo Don Teofilito.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.