“Ahora ya no hay tiempo para debatir esta situación de pérdida de la gubernatura, está a tiro de piedra el próximo proceso electoral.”
-Ricardo Pacheco Rodríguez
Parafraseando al clásico, la elite priísta local acabó con los huevos de oro, le dejaron a la militancia la pura gallina y sin gallo. No hay quien haya escrito el ensayo sobre la derrota del PRI en 2016, pero a la alianza PAN-PRD le sobran futuros premios Pulitzer, porque resulta muy fácil escribir la historia de los vencedores. Priístas de muy alto nivel comentan en corto que ya es tiempo de que se analicen algunos de los ejes de la verdadera derrota histórica del PRI estatal, mensaje muy directo para aquellos que hacen declaraciones en los medios, convocan a ruedas de prensa, ofrecen entrevistas banqueteras, pagan desplegados o piden la renuncia de dos distinguidos priístas, sabiendo que jamás lo logrará, porque en política no hay milagros.
Militantes de ese partido, al que le han dedicado muchos años de su vida y por eso lo conocen como la palma de su mano, tienen conocimiento de las estructuras, cómo operan aquellos en tiempos electorales, a los operadores con enormes recursos financieros se les van directos a la yugular. El PRI se salió de su zona de confort, es decir, en lugar de apostarle al histórico abstencionismo se dedicaron a hacer campaña para que la gente saliera a votar. La sociedad les tomó la palabra y así les fue. Algunos cuadros con mucha experiencia, expertos en que la gente no salga a votar el día de la jornada electoral, en privado y en el cuarto de guerra le comentaban al delegado de la CEN nacional, Alberto Guerra, que estaba
equivocando la estrategia, porque ya en algunas otras ocasiones había quedado demostrado que cuando la gente salía a votar, el PRI perdía. Le argumentaban que los mejores márgenes del partido para alzarse con la victoria eran entre 40% y 44% de los votos emitidos. llegar 50% sería una elección cerrada, y del 53% en adelante significaba una derrota. Le decían a Don Abel: para muestra basta un botón. El diputado federal Otniel García Navarro obtuvo el 41% de los votos, y cuando fue gobernador Sergio Guerrero Mier, con el 39% gobernó el estado de Durango.
Los priístas recibieron el primer aviso en 2010, Jorge Herrera Caldera perdió aquí en la capital y la gubernatura se decidió en La Laguna con poco más de 15 mil votos, victoria que les confirmó el Tribunal Federal. En 2016 le apostaron a lo mismo, pero se olvidaron de la famosa premisa: ninguna elección es igual a la otra. Los grupos al interior del PRI quedaron enfrentados por la candidatura al gobierno del estado. Por un lado Esteban Villegas, por el otro Leticia Herrera Ale. Tomada la decisión, la hija de Don Carlos tuvo que aceptar ser la candidata a la presidencia municipal de Gómez Palacio. Pero la suerte ya estaba echada, la crónica de una derrota anunciada de Esteban Villegas Villarreal, su epitafio quedó grabado en aquella famosa manta donde se pudo leer: queremos a Lety Herrera presidenta y a Aispuro de gobernador. Esa famosa manta no cayó del cielo, ni tampoco aquellos mítines que estaban llenos cuando hablaba la señora Herrera y la gente abandonaba el lugar cuando le tocaba el turno al candidato del PRI. Hasta el día de hoy, el argumento de la presidenta municipal es que Esteban le sacó de ventaja 19 mil votos a Aispuro, les dice a sus amigos del alma del PRI, a los que tanto quiere, aquí ganó Esteban y gané yo: la gubernatura
se perdió en la capital, así fue, ya no se hagan bolas. Mientras yo mande en La Laguna, el PRI seguirá invicto.
¿Qué hubiera pasado en aquella región si la gente no hubiera salido a votar? Ya adivinó: el PRI resultaría ganador. Por cierto, vemos a la distancia los 42,230 votos que obtuvo Rosas Aispuro. Fue como un balde de agua fresca en esas tierras del desierto. Como dijo Ricardo Pacheco: después de un proceso como el que vivió poco más de un año el PRI, ya es ocioso andar repartiendo culpas. En política también perdiendo se gana. De los ríos de dinero que corrieron por parte del tricolor para hacer ganar a Esteban, algunos operadores electorales de lujo sabían bien que su candidato iba a perder, se quedaron con su guardadito y ahora ya se convirtieron en empresarios. Otro que ganó perdiendo al PRI es hoy diputado pluri, ayudado por el Partido Duranguense y Morena, que por ignorar la Ley electoral se les venció el plazo de 4 días para interponer un recurso de impugnación y así impedir que el actual diputado se quedaran con esa curul. En los dimes y diretes entre Enrique Benítez y Esteban Villegas Villarreal, este último en el pecado lleva la penitencia, cuando se decidió la presidencia del PRI estatal allá en México, Ismael Hernández Deras propuso a Adán Soria. Doña Lety a Jorge Clemente Mujica y Esteban a Benítez. Pero muy pronto se les terminó la luna de miel. Ahora el excandidato a gobernador se siente sorprendido por las declaraciones de Benítez Ojeda. No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre.
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