Hace apenas unos cuantos días, el IEPC invitó a la sede de la Casa de la Cultura Jurídica con la intención de que tres expertos en temas electorales analizaran el proceso electoral del pasado 4 de junio, realizado en el Estado de México. Pero oh, sorpresa: si no hubiera sido por la intervención del maestro Edgar Alan Arroyo Cisneros, aquello hubiera parecido algo así como una elección en el país de las maravillas. Los ahí presentes volvieron a ser testigos de cómo los OPLEs no pierden la oportunidad para hablar de las bondades de esos Organismos Públicos, y por si fuera poco, al INE no se atreven a tocarlo ni con el pétalo de una rosa. ¿Será porque este Instituto tiene la facultad de quitar y remover consejeras o consejeros? No se atreven a la autocrítica, a reconocer que le han fallado a los ciudadanos, y lo más grave: en procesos electorales como al que nos referimos, incurren en omisiones y en complicidades con el partido del poder en turno.
Escuchamos a un consejero del Estado de Veracruz decir más de lo mismo, nos ilustró cómo está integrado el Instituto Electoral de la tierra de Agustín Lara, de los distritos electorales en que se dividen en esa entidad veracruzana y de la fiesta de la democracia que se vivió hace poco más de un mes por esos rumbos. Pero de analizar las elecciones en el Estado de México, bien, gracias. Cumplida la cortesía con el consejero invitado, le tocó el turno a la consejera Mirza Ramírez, integrante del IEPC local. Dicha consejera estuvo como observadora en el pasado proceso electoral del Estado de México. Todos esperábamos su testimonio de lo que vivió, ¿y sabe qué? ¡la
consejera no vio nada! Se dedicó a contarnos o a repetir los boletines de prensa del IEEM, de las linduras y las diferencias entre los conteos rápidos y los del PREP, del número mayor y el menor, de las bondades técnicas y científicas de los expertos que con el análisis de 1800 casillas de un total de más de 18,000 dieron como ganador a Alfredo del Mazo.
Como diría Eulalio González, el piporro: qué chulas fronteras. El INE y los OPLEs nos quieren hacer creer que instalando casillas, capacitando a los presidentes de las mismas y llevando las urnas a donde corresponda ya cumplieron con la sociedad, pero lo que sucede en torno a las elecciones y sus efectos colaterales, no lo oyen ni lo ven. Y aunque usted no lo crea, todo es legal, ellos cumplen al cien por ciento sus funciones burocráticas y electorales, porque al final tienen muchas maneras de lavarse las manos con aquello de que el IEPC y el INE solo están para organizar las elecciones, apoyos técnicos y logísticos. Los problemas legales que surjan de un proceso electoral, tarde o temprano terminarán en los órganos jurisdiccionales correspondientes. Los órganos electorales estatales y federales se encuentran en la misma situación que los policías, los políticos y partidos políticos: ya nadie cree en ellos, porque no inspiran confianza. Pero eso sí, ganan sueldos que ni Obama los ganaba. Cada año, miles de millones de pesos de nuestros impuestos son gastados sin los resultados que esperamos los ciudadanos.
Pero no está todo perdido. De la sociedad civil y la academia, Édgar Alan Arroyo Cisneros fue quien se encargó de poner las cosas en su lugar. Él sí pudo hacer un análisis muy puntual de lo que pasó en el Estado de México y, ya encarrerado el gato, puso el dedo en la llaga de lo sucedido en Coahuila. En pocas palabras, resumió estas
elecciones como fraudulentas, donde los recursos públicos y privados, como si fueran un diluvio, inundaron las elecciones de esas dos entidades, rebasando los famosos topes de campaña. Por eso vaticinó que la elección de Coahuila terminará en los Tribunales, y su posible resolución será la nulidad. Alan Arroyo es la muestra de que la sociedad ya no puede ser engañada ni se chupa el dedo, esas son las voces que el INE y el IEPC deben escuchar, no les pagamos sus sueldos principescos para que nos pretendan dar atole con el dedo.
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