“Si después de amarte te hicieron desprecio, yo no he de pagar por las deudas ajenas”
-Ramón Ortega, compositor
Todos lo sabemos: el Estado tiene el monopolio de la ley y tiene la facultad de utilizar la fuerza pública cuando se pone en riesgo la paz social. Por otro lado, los ciudadanos tienen el derecho a manifestarse públicamente de manera pacífica, sin alterar el orden público. Diría Cantinflas: “ahí está el detalle” y, parafraseando a William Shakespeare, “manifestarse o no manifestase”. Tal vez cuando usted nos haga el favor de leernos, la policía ya haya desalojado de las instalaciones de PEMEX a quienes impedían la salida de las pipas para abastecer a los expendedores de gasolina. Hablemos entonces de derechos y obligaciones: los gobernados tenemos la obligación de pagar impuestos a los tres niveles de gobierno, pero tenemos el derecho también de exigirles cuentas de nuestros recursos que les confiamos, porque son para que el país se desarrolle, tenga crecimiento y de esto se derive una justa distribución de la riqueza.
Sin ser expertos en temas de hidrocarburos, la gasolina tiene un costo de producción, la gasolina no subió el primer minuto del mes de enero, lo que sí se fue para arriba fueron los impuestos, lo mismo sucedió con el gas LP y el consumo de luz eléctrica. En ese tenor, de acuerdo al gobierno federal, el 99% de los mexicanos no se verá afectado, solo el 1%. ¿Usted les cree? Nosotros tampoco.
No dudamos que las policías federales, estatales o municipales logren criminalizar la protesta social, los MP del fuero federal iniciarán carpetas de investigación, los jueces órdenes de aprehensión en contra de los ciudadanos que se han atrevido a manifestar su malestar, y quizá veamos a muchos de ellos enfrentando procesos penales. Esto sucederá después de que la fuerza pública haya agotado el “diálogo”, no importa que para ello se violen derechos humanos y garantías individuales, o la famosa presunción de la inocencia. Lo que no quiere entender el Estado es que un día les faltarán policías para contener a una sociedad cansada de que todo se haga con decretos, de las leyes que hacen los diputados y los senadores, ciudadanos hartos de mantener una clase política corrupta, un país hastiado de la impunidad, la omisión y el privilegio de unos cuantos.
Correcto, el Estado puede criminalizar la protesta social, pero, ¿cómo le hará con la carestía, la inflación que se vendrá como si fueran las cascadas del Niágara? ¿Con la fuerza pública, la PROFECO o con Donald Trump y Luis Videgaray? A ver si no se les ocurre que venga la Virgen de Guadalupe con alguna solución científica para resolver el problema. Mucho tememos que ni San Judas Tadeo o el Chapulín Colorado salven al gobierno de un problema político, económico y social de pronóstico reservado. Al final los mexicanos acabaremos pagando los impuestos, porque ya lo dijo el jefe del Ejecutivo: “aunque los comprendo, no habrá marcha atrás (…) es la ley y el que no la cumpla está cometiendo un delito”. Así funciona este país: un problema económico nos lo resuelven con la fuerza pública; un problema de inflación nos lo solucionan aumentando los impuestos; los de salud con el desabasto de medicinas; los problemas de educación metiendo a la cárcel a Elba Esther Gordillo
para dejar en su lugar a los líderes charros al frente del sindicato de maestros; al problema de la comida chatarra, prohibida en la Constitución local, le dan solución vendiéndola afuera de las escuelas. ¿Ha dejado de ser el Estado-como dijo Octavio Paz- el ogro filantrópico?
Este tipo de políticas recaudatorias y de impuestos tendrán un día sus consecuencias. Para empezar: ¿piensa el PRI seguir en Los Pinos? Si es pasión, que se les borre. Aunque el presidente del PAN estatal, Antonio Ochoa, diga que la culpa del problema que hoy estamos viviendo lo tiene la reforma fiscal y con ello pretenda que se nos olvide que su partido votó a favor de la reforma energética, los duranguenses no tenemos Alzheimer. Como dice el refrán: tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata. ¿Cuál de los partidos, el PRI o el PAN, mató a la vaca y cuál agarró la pata? En 2018 lo sabremos. Se nos olvidaba, ¿mandarán a la fuerza pública para que detenga la devaluación del peso frente al dólar?
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