viernes, 22 de abril de 2016

El IEPC y el INE: estábamos mejor cuando estábamos peor


“¿Cómo te voy a querer si a través de tu amor conocí la mentira?”
Por muchos años, un partido de Estado, el PRI, fue juez y parte en asuntos electorales. Por eso recordamos a Manuel Bartlett Díaz con la famosa caída del sistema en 1988, cuando se dieron cuenta de que Cuauhtémoc Cárdenas aventajaba a Carlos Salinas de Gortari en el conteo de los votos, y esto tuvo, entre otras cosas, dos grandes ejes: el fraude más perverso de la historia de los gobiernos de la posrevolución y los acuerdos para que un día el PAN llegara a Los Pinos, de lo cual el “jefe” Diego en algún momento nos contará esta parte de la historia. Por si fuera poco, en aquel entonces la cámara de diputados era el colegio electoral que calificaba la elección, y como la mayoría era del PRI, todo se quedaba en casa, y a quemar boletas como si fuera el basurero de Cocula, Guerrero. Pero decía José Alfredo: todo se acaba y la dicha grande también se va. Pasó el tiempo, se tuvo que legislar para dar paso a un organismo autónomo compuesto por ciudadanos para que el IFE fuera quien  calificara las elecciones en el país, objetivo que se cumplió solo cuando estuvo al frente José Woldenberg.

Recordamos a Jorge Carpizo dirigiendo el IFE, a Carlos Ugalde, el de la frase histórica “así lo viví”. En este contexto, el TRIFE también puso su gota de ayuda para hacerle el fraude a Manuel López Obrador con el argumento de que sí había elementos para anular la elección, pero que estos eran abstractos, y así se prolongó la pesadilla panista por seis años más. Así, el IFE perdió credibilidad, confianza y los demás adjetivos que usted quiera agregarle. Esto dio origen al actual INE y a los OPLE, todos les dimos el beneficio de la duda, pero hoy el Instituto Nacional Electoral está como la canción que un día grabó José José: yo he rodado de aquí para acá, de todo y sin medida. Los OPLE, en algunas entidades del país, para estar ad hoc no cantan mal las rancheras, como dijo el poeta: para muestra basta un botón, los demás a la camisa. El IEPC en Durango se parece a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que, por violar garantías, entre ellas el derecho de audiencia, pierde todos los amparos. En el Instituto Electoral, cuya responsabilidad es del Consejero Presidente Enrique Kato Rodríguez, del que todos esperábamos más, todo recurso de impugnación que se interpone en contra de sus decisiones los pierde, como es el caso de Nacho Aguado Hernández, candidato independiente al quinto distrito electoral,  quien a través de su representante legal Antonio Bracho logró que se le repusiera su registro como candidato a diputado independiente, ya que el Tribunal Electoral del estado le hizo ver a Kato Rodríguez y compañía que han sido omisos y que mienten, por eso los exhibió públicamente y hasta una sanción económica pagará, lo bueno es que ganan muy bien para hacerlo.

Y como las vergüenzas nunca vienen solas, también tuvieron que reponer el registro de Guillermo Favela como candidato al gobierno del estado. Derivado de estos affairs también le salpicó a la consejera y los dos consejeros que vinieron desde México a dar el espaldarazo a los consejeros del IEPC. Los asesores de este Instituto, a los cuales se les paga muy bien con el dinero de nuestros impuestos, no sabemos si son ingenieros civiles, arquitectos, antropólogos o expertos en Derecho Electoral. Si lo fueran, antes de quitarle el registro a Nacho Aguado tenían la obligación de decirle al consejero presidente que con un recurso de impugnación todo se vendría abajo, y así le hubieran evitado la pena a Kato Rodríguez de ser exhibido públicamente. A Ignacio Aguado Hernández le violaron sus derechos humanos consagrados en el artículo 1° de nuestra Constitución, el principio pro persona, sus derechos políticos, de los que nos habla el artículo 41 de la Constitución y que les tocaba al final: violaron sus derechos civiles y políticos en los Tratados Internacionales de los cuales el Estado mexicano forma parte. Dice el refrán: golpe que no tumba, fortalece, y eso pasó con el candidato independiente. Haz mártires y acabarán siendo los salvadores de la humanidad, esa es la moraleja, y como dijo el clásico: si no saben, renuncien.

Hablando de mujeres y traiciones, como diría Martín Urieta, dice el artículo 41 de nuestra Constitución: “corresponde al Instituto Nacional Electoral designar y remover a los integrantes del Órgano Superior de Dirección de los Organismos Públicos Locales, en los términos de esta Constitución”. ¿Por qué no ha actuado el INE si tiene facultades para hacerlo? Muy sencillo: el INE no quiere aceptar que se equivocó en el IEPC de Durango porque hubo mucho manejo político en el nombramiento de las y los consejeros.  ¿Qué espera el INE?, ¿Que el proceso para elegir gobernador, presidentes municipales y diputados el próximo 5 de junio los rebase y pongan en riesgo Kato Rodríguez, las y los genios que lo rodean, la elección en caso de que hubiera problemas post-electorales? Ya adivinó, no los quitarán: estamos en medio de una contienda electoral, y el INE, aunque lo puede hacer, no se dará el lujo de ser humilde y aceptar que se equivocó. Veremos qué sucede después del 5 de junio.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.