viernes, 15 de agosto de 2014

Lorenzo de Monteclaro y lo que significa para la cultura popular


Dice el refrán que cada quién habla de la feria según le fue. Bajo esta premisa opinamos todos, y eso es un derecho muy legítimo. Pero más allá de nuestras opiniones, es importante resaltar que la feria de Durango, por fin, ya tiene identidad y qué mejor que sea la figura del General Francisco Villa y que de hoy en adelante se le llame Feria Nacional Villista. Con el tiempo, si se lo proponen, igual que el caballo identifica a la feria de Texcoco, la Guelaguetza a Oaxaca o las peleas de gallos a Aguascalientes, no pasará mucho tiempo cuando ya se hable de la Feria Nacional Villista y se le relacione con nuestro estado, porque aquí nació el General, y no en Chihuahua, como ellos hubieran querido. La figura del General es un diamante histórico, turístico y cultural, que con ideas y voluntad política podemos convertirlo en el principal promotor de nuestra feria, no sería tarde para empezar a hacerle justicia a Francisco Villa en este contexto.
Como nuestra feria también es nuestro carnaval y en cada carnaval hay de todo, nunca lograremos ponernos de acuerdo, por ejemplo, en cual fue el mejor que vino a las expobandas, al palenque o a la velaria. Sin embargo, nos da mucho gusto que en el marco de la Feria Nacional Villista se le rindiera un homenaje a Lorenzo de Monteclaro, que se le hiciera un reconocimiento por sus 55 años de carrera artística al nativo de Cuencamé, Durango. Quienes se dedican a cualquier oficio que tiene que ver con el arte sí entienden lo que es trabajar en ello 55 años, quienes tuvieron la oportunidad de ver en vivo el espectáculo de la primera figura de Cuencamé se dieron cuenta de que parece que los años no pasan por él, que cada día canta mejor y de que la gente se le entrega porque atrás de él hay una larga historia de sus canciones, que cada una de ellas fue cantada por las 10 mil personas que lo aplaudieron en la velaria. Con la presencia de Lorenzo, si no se cayó el recinto más famoso de la feria, ya no se cayó nunca. Lorenzo demostró que cuando se es artista no importa la edad, lo que se necesita es talento para estar vigente desde ayer, mañana y siempre.
Pero Lorenzo de Monteclaro es mucho más que un cantante exitoso y famoso de música norteña, de nuestro paisano también podemos decir que ya se ganó un lugar en la cultura popular mexicana, como lo son Pedro Infante, Jorge Negrete, Martín Urieta, Lola Beltrán, Lucha Villa, María Félix y Dolores del Río, por mencionar solo algunos de los íconos y mitos de la canción y el cine, los que hoy son parte de esa cultura popular de la que el pueblo es pilar fundamental. ¿Por qué Lorenzo de Monteclaro pertenece a ese tipo de cultura? Solo apuntaremos algunas cosas: Cumple 55 años de carrera, si bien es cierto que durante algunos años lo apoyó la radio, lo mismo sucedió con las películas que filmó. Sin embargo, en aquella época muchos como él tuvieron todo el apoyo, pero no lograron llegar hasta donde hoy se encuentra Lorenzo, convertido en un ícono de la música norteña. Al nativo de la tierra de los Generales nada han podido hacerle los cantantes de moda, esos que duran solo dos o tres años, esos ídolos comerciales que fabrican Televisa y TV Azteca, dos o tres disqueras que controlan la industria del disco, Lorenzo “cruzó el pantano y no se manchó”, porque los predestinados como él son los que ocupan un lugar en el corazón del pueblo.
Lorenzo de Monteclaro, junto con Óscar Chávez, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Lila Downs y Chavela Vargas cuando vivía, son dueños de talento, arte y oficio, no necesitan de programas como La Voz, México o La Academia ni el apoyo de las radiodifusoras para llenar los teatros o los lugares en donde se presentan en cualquier parte del mundo. Lorenzo de Monteclaro es ejemplo para muchos de los que se dedican a ese oficio, y ojalá sigamos rindiéndole homenajes y reconocimientos en el futuro, que mucho se los merece el orgullo de Cuencamé.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.