Los artículos de Álvaro Sanjuán son publicados los viernes y domingos en El Sol de Durango
viernes, 28 de febrero de 2014
De la comida del año habrá muchas historias que contar
Dice el refrán que cada quien habla de la feria como le fue. Esa puede ser la razón para que a usted le cuenten diferentes versiones. Algunos fueron para tomarse la foto con el festejado, otros, para que los viera y darle el abrazo, que nunca falta. En fin, algo así como la hoguera de las vanidades, claro versión de nuestra ex callada y tranquila ciudad colonial. No piense usted que todos fueron de “sociales” a tan importante acontecimiento, la clase política local que asistió, aunque también hubo significativas ausencias. Los que sí tuvieron valor de estar presentes fueron los que saben hacer las cosas, el oficio que muchos envidian: hacer política, unos pensando en 2015, otros en 2016 y los más visionarios imaginando de cerca, de alguna manera, 2018, donde habrá la oportunidad de ser senador o diputado federal y, a partir de esa fecha, los que se sacrifiquen por el pueblo podrán ser reelegidos a petición de sus respectivos partidos. Así que, si un día tenemos senadores y diputados vitalicios, no se sorprenda.
Aunque fue la comida del año, eso no significa que no hubo prietitos en el arroz. “Haiga sido como haiga sido”, hubo miembros de la clase política local a quienes se les extrañó, por ejemplo a Ángel Sergio Guerrero Mier, a José Ramírez Gamero, y los que más se notaron: Carlos Herrera y su hija, Leticia Herrera Ale. De los dos ex gobernadores no sabemos cuál fue el mensaje que enviaron al no asistir a la comida. De Don Carlos y su hija, como todos los que se dedican a la política pueden olvidar muchas cosas, sin embargo, hay otras que no se pueden perdonar. Hacemos referencia a la fecha mítica de aquel 14 de diciembre de 2003, para unos es emblemático
y para otros es un agravio, y eso, con el tiempo, se puede cobrar. Sólo hay que esperar, como lo decía José Ortega y Gasset, las circunstancias. Hay que comentarlo, en la comida no eran todos los que estaban, ni estaban todos los que son. Unos fueron para quedar “bien”, y otros no se hicieron presentes para no quedar “mal”, los más inteligentes optaron por tener dos velas prendidas, y como marcan las reglas no escritas de la política: ni con Dios ni con el diablo, sino todo lo contario. Opinan los que saben de este tipo de fiestas que son una buena ocasión para juntar el agua con el aceite, y tal vez tengan razón. Los neopriístas Vicente Fox y Manuel Espino son el mejor ejemplo. ¿Podrán los priístas que estaban en la mesa de honor olvidar cuando en el 2000 Fox los sacó de Los Pinos? El que engaña una vez, lo hace dos veces, y Fox lo ha hecho. La primera, a los panistas de abolengo y a los fundadores de ese partido, a sus amigos, entre ellos a Lino Korrodi. Vicente podrá ser un “ranchero afamado”, pero no tonto, siempre supo que los sexenios del PAN estaban contados, porque él llegó a Los Pinos por el pacto entre Carlos Salinas y el jefe Diego, ¿será por eso que desde su rancho San Cristóbal se ha convertido en el mejor vocero que tiene Enrique Peña Nieto?, ¿Habrá políticos del PRI que piensen que Fox es más priísta que Don Pedro Ávila Nevárez? No nos gusta en lo personal, pero el inteligente y carismático líder social se deshizo en elogios al referirse al ex neopanista de San Cristóbal, poco faltó para que Don Pedro comparara a Fox Quesada con Lázaro Cárdenas del Río.
Hay que reconocer también que Fox fue el invitado del que más se comentó en todas las mesas, lo sentimos por Diego Verdaguer, que confundió la comida con la alfombra roja. La señora Martita y su esposo lo opacaron. Vicente Fox es más famoso por sus frases que por haber sido presidente de México, en la pasada comida del 20 de
febrero, los comensales, como testigos de honor y en petit comité fueron afortunados al escuchar decir a Fox otra de sus frases célebres: “Brindemos por la reaprehensión del Chapo Guzmán, al que yo dejé ir”, o sea, lo que todos los mexicanos ya sabíamos. Astuto como es, en privado dice la verdad y a los medios de comunicación nacional, cuando lo entrevistan en su rancho, les cuenta mentiras.
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- Álvaro Sanjuán
- Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.
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