domingo, 16 de febrero de 2014

Ismael Alfredo Hernández Deras a tres años de distancia

“Mire, si uno tiene la vista puesta para atrás, acaba convertido en estatua de sal” -Carlos Salinas de Gortari Usted lo sabe, en política no hay sorpresas, sólo sorprendidos. Y eso fue lo que sucedió con la entrevista que le hizo Víctor Blanco, reportero de este importante medio, a Ismael Hernández Deras hace apenas unos días. La entrevista está basada casi toda en las reformas estructurales recién aprobadas, las cuales, de acuerdo al ex gobernador y actual senador de la república por Durango, en pocos años México será otro, por el bien de todos, ojalá que así sea. La sociedad ya se cansó de ser testigo de que la partidocracia, el poder y de los políticos a los cuales el país cada vez más se les va de las manos. Tal vez tengan razón los que repiten: “los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”. Pero la sabia filosofia filosofía popular dice: no hay mal que dure cien años, ni pueblo que los aguante. Dicen los expertos en temas políticos, que en política una es la forma y lo otro es fondo. Si usted tuvo la oportunidad de leer la entrevista que le hicieron al senador Hernández Deras, ¿cómo la calificaría?, ¿de forma o de fondo? Podría ser, como bien lo apunta el reportero que lo entrevistó: su espectacular reaparición pública en el escenario político estatal, ¿con qué fin? Ese misterio el tiempo nos lo irá develando. Por supuesto que la entrevista no fue para decirnos que el próximo 20 de febrero cumplirá 50 años de vida. Esa podría ser la forma del asunto, y el fondo dejemos que el propio senador nos lo diga: “más allá de las críticas y los señalamientos, o más allá de los distanciamientos, lo que realmente duele y le causa tristeza son las ausencias de muchos seres queridos, familiares y amigos, hay mucha gente que ya no está y muchos que no estuvieron en el lugar y en el tiempo que soñaron estar”. Seguramente, el día que Ismael escriba sus memorias tendrá mucho que contarnos. A sus cincuenta años, Hernández Deras ya realizó el sueño al que todo político duranguense aspira, ser gobernador del estado. Sueño que realizó después de los cuarenta años, lo que no ha dicho, al menos en público, es qué otro sueño le queda por realizar tomando en cuenta que a su edad ningún político quiere retirarse a la vida privada, sino todo lo contrario. Tenemos la impresión de que Ismael, a pesar de haber logrado mucho en su exitosa carrera política, no ha logrado calmar sus ansias de novillero. Puede presumir que a 20 años de haber encabezado un proyecto político, hoy está vigente en el poder. No cualquiera puede decir que en su momento enfrentó y venció aquel famoso 14 de diciembre, cuando se decidió la candidatura para gobernador de Durango del 2004 al 2010, al priísta más rico del estado. Lo mismo puede contar que logró sacar adelante con éxito la más famosa rebelión del PRI a principios del siglo XXI, encabezada por José Rosas Aispuro. Lo mismo tuvo que ser candidato a senador para que el de Tamazula y el PAN no tengan hoy dos senadores en el congreso de la unión. En este contexto, si el PRI no escoge un candidato altamente competitivo para enfrentar a Aispuro en el 2016, hay riesgo de que el Bicentenario cambie de huésped y de colores. Se nota que el del Mezquital no quiere hablar del pasado, habla sólo del presente, más bien pensando en el futuro. Muchos que lo acompañaron desde sus inicios han jugado mal, pero se acomodan, otros han cambiado de cuadra y algunos dicen: con el campeón hasta que pierda. Lo interesante de la entrevista es que escogió la mitad de lo que resta para el relevo en el 2016, Ismael, como político, se sigue comportando con el corazón caliente y la cabeza fría, porque la política es el arte de no decir lo que se piensa y no hacer lo que se dice. También da la impresión el senador de que quiere ver culminado su proyecto político, mínimo con otros dos gobernadores, que sumando los dos que le restarían, serían 24 años. Saque usted sus cuentas, ¿cuántos de los que empezaron con él tienen piernas para jinete? Unos están lejos de llegar al Bicentenario y otros lo están hasta de San Lázaro, al menos en 2015. En el deporte hay atletas que agarran su segundo aire, ¿sucede lo mismo con los políticos?

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.