Los artículos de Álvaro Sanjuán son publicados los viernes y domingos en El Sol de Durango
viernes, 15 de noviembre de 2013
Las corridas de toros: entre la realidad y la utopía
“El toreo no es graciosa huida, sino apasionada entrega”
-Paco Malgesto
Pues ahora sí como dice el refrán: Los diputados Israel Soto Peña y Rosauro Meza han tomado al toro por los cuernos, esto por el debate de que si están prohibidas o no las corridas de toros en Durango, que la ley vigente no es muy clara en ese sentido, porque como está su redacción, ni las permite ni las prohíbe, sino todo lo contrario. Sorpresivamente y sin previo aviso, los regidores priístas, como siempre lo hacen: todos para uno y uno para todos, se pararon en el ruedo con la intención de prohibir las corridas de toros. Esta noticia corrió en unos minutos por todo el país y por el mundo, los ambientalistas de todas partes festejaron la noticia, las sociedades protectoras de animales hacían lo mismo. Todo terminó con un show surrealista como a los que nos tienen acostumbrados la clase política local: al mismo tiempo que el cabildo se pronunciaba en contra de las corridas de toros, se celebraba ¿la última? en la Plaza de Toros Alejandra.
Al día siguiente, el presidente municipal, Esteban Alejandro Villegas, tuvo que aclarar a través de los medios de comunicación que las corridas de toros en Durango no estaban prohibidas, que las facultades del cabildo sólo son para dar o negar permiso para que se realice una corrida, pero no para prohibirlas, así que, regidores del PRI: No hagan cosas malas que parezcan buenas. ¿Pero quiénes son los responsables de que este tema esté de moda? Ya adivinó: nuestros diputados, porque ellos son los que hacen las leyes, si la memoria no nos falla, en el 2009 aprobaron una ley para dar
protección a los animales y así evitarles crueldad y sufrimiento, en esa ley quedó muy claro: Se prohíben las peleas de perros, pero no las corridas de toros, las peleas de gallos y las carreras de caballos, lo que quiere decir que nuestros diputados utilizaron su inteligencia y su criterio, que quedó plasmado en la ley que aprobaron, si hay mexicanos de primera y mexicanos de segunda, ¿por qué no animales de primera y animales de segunda? La ley del 2009 se abrogó para dar paso a la actual, la que no sabemos si es surrealista o kafkiana, pero sí resulta ambigua, por decir lo menos, las leyes tienen que ser claras y precisas, porque si no acabaremos haciendo lo de siempre: lo que no está prohibido, está permitido, o como sucedía en los tiempos de los habsburgos y borbones, el lema del país legal era “la ley se obedece” y el país real respondía: “pero no se cumple”.
Por lo pronto, en el Congreso del Estado hay dos posiciones claramente definidas, la de Israel Soto Peña, del PRD y la de Rosauro Meza, del PRI. El diputado perredista argumenta que la violencia en contra de los animales es una realidad, pero para Rosauro es una utopía, nos imaginamos que el diputado del tri color se refiere a la Utopía de Tomás Moro, la que coloca a los valores comunitarios por encima de los del individuo y los del Estado porque los considera sólo una parte de la comunidad. El criterio de Soto Peña es que la violencia se extiende a todo el mundo animal, los gallos, los toros y los caballos no son la excepción, en cambio, para Rosauro Meza el criterio del perredista, llevado a los excesos, es una utopía, sólo falta, dice el priísta, “que la ley me obligue a que si veo un perro en la Plaza de Armas, le dé un abrazo o que le preste mi chamarra a una chiva para que se le
quite el frío”. En este contexto, lo que se debe de cuidar es no trivializar el asunto, todos tenemos derechos, los que están en contra de las corridas de toros y a los que les gusta lo que se conoce como la fiesta brava. Un ejemplo: En las Islas Canarias, allá en España, la cuna del toreo moderno, están prohibidas las corridas de toros, porque así lo establece la ley y esta fue resultado de una consulta popular. Como dicen los jóvenes de ahora, “en buena onda”: ¿No podríamos hacer aquí lo mismo para que no decidan por nosotros los diputados y los regidores?
El pasado mes de mayo, en Sonora quedaron prohibidas las corridas de toros, después de muchos años de que no se realizaba alguna, el asunto ahí no fue polémico. Aquí en Durango, por lo general, se realizan tres corridas de toros al año, estamos de acuerdo: si se trata de maltrato a los animales, ni siquiera los zoológicos deberían de existir, porque para los animales en cautiverio, aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión. ¿Qué pasaría si en Aguascalientes se prohibieran las corridas de toros y las peleas de gallos? Se enterrarían siglos de historia y de cultura popular, sería la tumba de la feria más famosa de México y de las del mundo. Por primera vez, demos una prueba de madurez: que opine la sociedad, que su opinión se haga ley para que por primera vez, lo repetimos, no decidan por nosotros los diputados, los ambientalistas o los regidores. Espero que usted no se encuentre en el siguiente dilema: que esté en contra de la violencia hacia los animales y que le gusten las corridas de todos.
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- Álvaro Sanjuán
- Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.
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