Los políticos cuando pierden el piso se suben a la nube. Llegan al cielo y se creen dioses, piensan que eso les da derecho a decir lo que quieran, actuando como si fueran emperadores y no como presidentes de la República, gobernador de un estado o presidente de algún municipio. Dicen ocurrencias, pero la cosa cambia cuando utilizan un lenguaje racista y discriminatorio para dirigirse a las personas, aprovechando eventos públicos, foros académicos y cuando lo hacen en privado para comentarlos con sus amigos, tienen tan mala suerte que los graban, los “chamaquean” ya sea para tranquilizarlos o cobrarles facturas políticas, como aquella grabación que hizo famoso al “gober precioso” de Puebla, de la conversación que tuvo con el hoy político en declive Emilio Gamboa Patrón. Recordamos también aquel video que causó revuelo en las redes sociales el mes de mayo de 2015, donde se pudo escuchar del presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, teniendo una conversación con su amigo Jacobo Molina. El 23 de abril de 2015, el presidente del INE encabezó una “asesoría” a los pueblos indígenas, de acuerdo a la grabación, se burló de uno de los jefes de las naciones originarias, Hipólito Arriaga Pote. De acuerdo a medios nacionales que comentaron el video, dijo, entre otras cosas, lo siguiente: “o vio mucho `Llanero solitario´, con eso de toro, cabrón, no mames, solo le faltó decir ‘yo gran jefe, toro sentado, líder gran nación chichimeca’. No mames, está de pánico, cabrón”.
No hace mucho, la secretaria metida a política Martha Palencia, en un foro académico, utilizó lenguaje discriminatorio para referirse a las personas con sobrepeso, al calificarlos de gordos infelices y a las
estudiantes del Instituto Tecnológico de Durango de carecer de autoestima por enamorarse de algún cholo. Está prohibida la discriminación en el artículo 1º de la Constitución, y aunque existe un instituto para sancionar todo tipo de discriminación, el CONAPRED, hasta donde sabemos, es primo-hermano de la PROFECO. Ahora le tocó el turno al presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, al incurrir en conductas discriminatorias. Como usted recordará, hace unos días en un mítin con priístas del estado de Tabasco, se refirió a los personajes del PRI que se están yendo a MORENA para hacer suyos el proyecto de López Obrador, calificándolos como los “prietos que no aprietan”. No terminaba su discurso discriminatorio cuando ya le estaba lloviendo en las redes sociales y al mismo tiempo noticieros electrónicos tanto de radio como de televisión y no se diga al día siguiente en los medios impresos.
Tal vez sin quererlo Ochoa Reza se ha convertido en el mejor promotor de AMLO. El inteligente líder nacional del PRI, que de acuerdo a varios analistas tiene contados los días como presidente de ese partido, no midió el alcance de sus palabras, porque de paso discriminó a todo el universo de millones de prietos que vivimos por todos los rumbos del país y a los “prietos” que conforman en su mayoría los más de 85 millones del padrón electoral. Lo que tal vez no quiere aceptar o entender Ochoa Reza es que el modelo de partido de estado, está agotado, la dialéctica política de ese partido se ha hecho vieja y han sido incapaces de cumplir con este principio, de lo viejo nace lo nuevo y así sucesivamente. Por más que se quiera, Antonio Meade no es el candidato de millones de priístas, Meade es, por mucho, el candidato del grupo del ITAM. Los tricolores se sienten más identificados con AMLO que con el cinco veces secretario de
estado. Como decía aquel comercial: “por esas cosas y otras más” la fuga de los “prietos” a que se refiere Ochoa Reza se podría ver reflejada en las urnas el primer domingo de julio.
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