1 / 3
Durango 3, La Laguna 0
ÁLVARO SANJUÁN
Dicen que en política vale más un “apenitas” que un “ya merito”. Por ejemplo, en el futbol se gana con un gol de diferencia. En ocasiones, jugando mal se gana y jugando bien se pierde. Desde aquel 14 de diciembre de 2003, el priísmo lagunero ha tenido que conformarse con un honroso segundo lugar. Ha hecho de La Laguna una especie de Comala, un feudo político donde nomás sus chicharrones truenan, pero no han podido quedarse con la joya de la corona: el Bicentenario. Si bien de allá son Alejandro Páez Urquidi y Héctor Mayagoitia Domínguez, esas son otras historias. La política no es “el México de mis recuerdos” o “qué tiempos aquellos, Don Susanito”, la política es hoy en México asunto de los grupos de poder, los poderes fácticos y los grupos de interés que deciden quién es el presidente de México o el gobernador de un estado.
Como dijo el poeta: para muestra basta un botón, los demás a la camisa. La presidenta municipal de Gómez Palacio, Leticia Herrera Ale, no pudo dejar a Jorge Clemente Mojica como el presidente del PRI estatal. En un tiempo, el expresidente municipal fue el favorito, decían que la señora Herrera Ale se convertiría en la mecenas del derrotado priísmo local. Se nos olvida que los ricos no se quedan pobres para hacernos ricos a nosotros. Algo similar pasó con Don Carlos Herrera cuando era el favorito para convertirse en candidato a gobernador por el partido que tanto amó: el PRI. Los testigos de aquellos acontecimientos recuerdan haber escuchado que había 50 millones de dólares para ganar la gubernatura. Pero se recuerda también que aquellos dólares jamás se vieron reflejados y esa fue una de las causas para que Don Carlos se quedara en el camino, y fue la astucia y la estrategia
2 / 3
encabezada por Ismael Hernández Deras la que se alzó con la victoria y se hizo del poder durante 12 años.
Aquel diciembre negro fue el primer golpe a los laguneros, el segundo cuando la hoy presidenta municipal de Gómez Palacio no logró ser la candidata de su partido a la gubernatura. Por ganas y dinero no quedó. Es honesto reconocer que la priísta Herrera Ale siempre estuvo arriba en las encuestas, Esteban Villegas Villarreal en segundo lugar y lejos de la dama lagunera. El problema es que Esteban fue siempre el delfín y la única carta del que mandaba en el Bicentenario, la decisión se tomó en Los Pinos, y donde manda capitán no gobierna marinero. Lety Herrera tal vez pudo darle una batalla más cerrada a José Rosas Aispuro, pero el hubiera no existe. El tercer golpe a los laguneros es la llegada de Enrique Benítez Ojeda al PRI, quien tiene toda la marca del fierro de la cuadra del Mezquital, su entrenador “haiga sido como haiga sido”, ganó el derby del Estado de México y antes hizo un buen papel en Puebla de los Ángeles, por eso no podían negarle llevar mano en la propuesta de quién podría dirigir el PRI, porque tenía dos cuartos de milla y se decidió por Enrique Benítez.
Benítez Ojeda llega como presidente del PRI, partido que hoy por hoy vive la peor crisis de su historia. Perdieron la gubernatura y aunque ganaron otras cosas, el Bicentenario es el Bicentenario, no es lo mismo andar en las nubes que verlas pasar. El recién estrenado presidente del tricolor tiene a la vuelta de la esquina la elección concurrente de 2018. No podrá darse el lujo de perder a la mayoría en el Congreso del Estado, seleccionar perfiles ganadores en los distritos locales y en los cuatro federales. Lo mismo tendrá que hacer con las candidatas y candidatos a senadoras y senadores. El diputado no tendrá un día de campo,
3 / 3
hay heridas al interior de su partido. Y lo más importante: tiene el reto de demostrar que el PRI no estaba muerto, andaba de parranda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario