viernes, 24 de febrero de 2017

El PRI pretende cometer el mismo error de 2016: “¡Háigase visto!”


“Nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores, otra vez a llorar con extraños y a llorar por los mismos dolores”
-José Alfredo Jiménez
Tenemos que partir de la premisa de que el hubiera no existe, ni el pasado, ni el futuro, solo el presente. Así que tenemos que preguntarnos si los priístas locales se hubieran dado cuenta, en su momento, que Leticia Herrera Ale y Esteban Villegas Villarreal no eran los indicados para ser candidata o candidato a gobernador, otro gallo les hubiera cantado. Cualquiera de los dos hubiera acabado dividiendo y polarizado al tricolor, como le sucedió a la clase política del PRI, conformada por grupos y con sus cabezas visibles. El senador Ismael Hernández Deras, Jorge Herrera Caldera, Carlos Herrera Araluce, Maximiliano Silerio Esparza, José Ramírez Gamero y Ángel Sergio Guerrero Mier. De estos grupos, unos con más fuerza política que otros, se disputaron la candidatura al gobierno del estado, y eso los desgastó tanto que ya cuando se dieron cuenta, el güero de Tamazula les comió el pastel que en 2010 le escondieron.

En aquellos días, cegados por la soberbia y la admisión de poder, no voltearon a ver lo que se conoce como la tercera vía, que en política representa la solución. Se olvidaron los tricolores de la frase José Ortega y Gasset: el hombre y su circunstancia. Derivado de esta miopía política, perdieron la elección de 2016 aquel domingo negro, y el día 6 de junio por la madrugada, los priístas de su ronco pecho soltaron: “hubo traiciones, traidores, deslealtades y hasta
infiltrados” y todo lo que Don Pedro Ávila Nevárez recientemente se ha encargado de recordarles, con nombres y apellidos. En aquel entonces sí había las circunstancias y los hombres para la tercera vía. Entre otros, Ricardo Pacheco Rodríguez, hoy diputado local. Rubén Escajeda Jiménez, convertido en líder de la CNC nacional; el diputado federal Óscar García Barrón, y hasta Samuel Aguilar, que nunca ha perdido las esperanzas de despachar en el Bicentenario. Hubo más, pero a todos les pusieron peros, que Ricardo era amigo de Manlio Fabio Beltrones; a Rubén Escajeda Jiménez le faltaban baños de urbanismo, por cierto, otro de los mitos utilizados por la clase política urbana del PRI para impedirles llegar a los del sector campesino al puesto más alto; lo mismo a Rubén Escajeda que a Óscar García Barrón, este último que también formó parte de la tercera alternancia de aquel momento. Si hoy las cúpulas siguen polarizando la elección para su próximo presidente estatal, un día acabarán con una mano atrás y otra adelante o yéndose a MORENA o al PAN.

Cosas de la vida: el destino vuelve a juntar con los mismos objetivos al PRI de La Laguna y al PRI de Durango. Si hablan de los priístas locales, quedarán divididos si el triunfo es para los laguneros. Si no es presidente estatal del PRI Jorge Clemente Mujica, no se sabe cuál será su reacción. Nos referimos a la de Leticia Herrera, que ya les mandó el mensaje: en esta elección yo mando, no se vayan a equivocar, y en especial a los del sexenio pasado; y de pasada al anterior. Dicen los clásicos: nosotros opinamos, pero no decidimos. Si los priístas de veras quieren llegar unidos a 2018 y después a 2022, más les valdría ir pensando en una tercera vía, que los hay en los que aspiran a legar a la presidencia del PRI. Si no quieren los grupos privilegios, entonces decídanse por este método, porque ninguno de
los dos grupos, hoy polarizados, no quedarán conformes con el desenlace final, así que la sensatez aconseja que recurran a una solución salomónica. En una negociación política, los extremos, vengan de quien vengan, no son buenos consejeros, el priísmo estatal está obligado a buscar los equilibrios. No solo entre los grupos que se disputan la presidencia del partido, deberían tomar en cuenta a toda su militancia y también a la sociedad. Están a tiempo de hacerlo, no se les olvide que no fueron derrotados por el PAN o PRD, sino por los ciudadanos.

¿Qué pasará si no tienen la voluntad y la capacidad para ponerse de acuerdo? Del PRI solo les quedaría el logo, los recuerdos de los años dorados, la aplanadora, el carro completo y la nostalgia del poder. Pero también podría suceder que desde Los Pinos vía Enrique Ochoa Reza, les manden un delegado de a de veras, con facultades y funciones de presidente estatal para que maneje los procesos del ’18 y del ’22; si no se han dado cuenta, ese riesgo está latente. Ya sabemos que los priístas locales dicen que el PRI nacional ni los ve ni los oye, pero que les podrían llevar la propuesta final como una cortesía. ¿Usted les cree? Nosotros tampoco. Ni modo, tercera vía o delegado. Los priístas tienen la palabra.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.