domingo, 4 de diciembre de 2016

Nuestros paisanos, si son deportados, se convertirán en empresarios
ÁLVARO SANJUÁN
“Si les dieran las herramientas para trabajar, nadie abandonaría la patria para ir a mendigar el pan en otros países donde los desprecian y los humillan”
-Librado Rivera, periodista
Durango junto con otros estados del país como Zacatecas, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Oaxaca y algunos más son quienes le aportan a la economía de Estados Unidos algo así como 200 mil millones de dólares al año gracias a los paisanos que trabajan en condición de ilegales- y otro tanto a nuestro México lindo y querido. Después de los ingresos petroleros, les siguen las remesas de nuestros connacionales. De acuerdo a los expertos, tan solo entre enero y septiembre del presente año las remesas enviadas por los mexicanos desde el exterior se calculan en más de 20 mil millones de dólares, lo cual contribuye al mantenimiento de las familias mexicanas y, por supuesto, a que mes con mes haya circulante. A veces tenemos que preguntarnos: ¿Qué pasaría si dejáramos de recibir las remesas millonarias en dólares de los más de 12 millones de mexicanos ilegales que viven en Estados Unidos?

Como dijo Martín Urieta: hablando de mujeres y traiciones. Hace apenas unos días el director de Desarrollo Social del municipio, Luis Galindo, panista muy cercano al círculo de Juan Quiñones, declaró a los medios de comunicación que el gobierno municipal está preparado para recibir a los duranguenses que están siendo deportados del vecino país del norte. Afirmó el distinguido panista que para ello se cuenta con dos millones cuatrocientos mil pesos para que así nuestros paisanos puedan comenzar una carrera de empresarios o comerciantes. De acuerdo al funcionario, esta cantidad será repartida entre casi mil setecientos duranguenses deportados, a razón de unos 25 mil pesos para que emprendan un negocio y con ello puedan seguir manteniendo a sus familias. “¡Háigase visto!” Pongámonos por un momento en los zapatos de algún paisano que fue deportado: ¿Qué negocio pondría usted con 25 mil
pesos?, ¿cuánto cuesta un mueble para poner un puesto de hamburguesas, el permiso, invertir en los insumos, gastos indirectos…? Quisiéramos, una vez más, estar equivocados y que con ese capital nuestros paisanos salgan adelante y en el futuro los veamos como empresarios o comerciantes exitosos y a Luis Galindo feliz por habérsele ocurrido tan brillante idea.

No sabemos cuál sea, a corto o a mediano plazo, el efecto de las políticas económicas, comerciales y de inmigración de Donald Trump para el país y para nuestro estado en particular. ¿Tendrán el gobierno estatal y municipal la capacidad financiera para solventar, por ejemplo, una avalancha de cien mil duranguenses deportados? ¡Claro que no! La realidad social no se transforma solo con buenas intenciones. A nuestros paisanos, a los que queremos y admiramos por haber intentado realizar el sueño americano de nada les servirán los 25 mil pesos que les den. Las limosnas o las gotas de ayuda solo son una aspirina para el cáncer que significan la pobreza, la pobreza extrema y la pobreza alimentaria. Lo que nuestros paisanos necesitan son trabajos bien pagados para que así los derechos humanos establecidos en nuestra Constitución se reflejen en salud, vivienda, educación, cultura y agua, entre otros. El papel del Estado no es la generación de empleos, pero sí ser el instrumento facilitador para que los empresarios inviertan en la creación del empleo y que de una vez por todas dejen de estar esperando la obra pública de los gobiernos municipal y estatal, que dejen de estar siempre con el campeón hasta que pierda, sin importar el partido o coalición al que pertenezca.

Por lo que pasan nuestros paisanos no debería ser así, no hay que olvidar que ellos le aportan a nuestro estado más de 10 mil millones de pesos. Si México es un país rico lleno de pobres, que a nuestro estado no le suceda lo mismo. La solución no es el programa “Bienvenido Paisano” o apoyarlos con algunos miles de pesos para un negocio que nunca harán. Mejor debemos preguntarnos no por qué regresan sino por qué se fueron. ¿No sería mejor si les cambiamos el sueño americano por el sueño mexicano? A los duranguenses solo nos queda el recurso de buscar empleo en la burocracia estatal o
municipal, porque no hay otra alternativa. Los trabajos en las maquiladoras no son lo suficiente para que Durango tenga crecimiento económico. México y Durango serían otros si hubiera una justa distribución de la riqueza, no se puede salir adelante en un país donde la mayoría gana el salario del miedo y unos cuantos ingresos que ni Obama los obtiene. ¿Hasta cuándo dejaremos de tener dos Durangos: uno virtual y el otro real?

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.