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El IMAC, alejado del derecho humano a la cultura
ÁLVARO SANJUÁN
Ironías de la vida: ayer se cumplió un aniversario más de que la Organización de las Naciones Unidas aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La semana pasada, a un miembro de la comunidad cultural de Durango le fue aplicado el artículo 240 del Bando de Policía y Gobierno, referido a las sanciones que puede imponer el juzgado administrativo y en su caso la autoridad municipal. Al parecer, de acuerdo a lo que se publicó en las redes, el artista duranguense fue apercibido de manera escrita por haber violado el artículo 4 del Reglamento de Corredores Peatonales de la Ciudad Victoria de Durango, que requiere que los artistas cuenten con una autorización del Municipio para permanecer en los corredores peatonales. No se trata solo del mencionado artista, eso también afecta a toda la comunidad cultural de Durango. Si los responsables del Instituto Municipal de Arte y Cultura recurren a un reglamento administrativo para resolver los problemas de los artistas y creadores, mucho tememos que están tomando el rumbo equivocado, violando incluso derechos y garantías establecidas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) y la del Estado de Durango.
El artículo 4° de la CPEUM dice, entre otras cosas, que “toda persona tiene derecho al acceso a la cultura, así como al ejercicio de sus derechos culturales. El Estado proporcionará los medios en la materia”. El artículo 5° del mismo texto establece que “a ninguna persona podrá impedírsele que se dedique a profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode. El ejercicio de esta libertad solo podrá vedarse por determinación judicial cuando ataque a derechos
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de terceros o cuando ofenda los derechos de la sociedad”. ¿Es este el caso del artista duranguense o el de los libreros, que los mandan a la mesa del rincón para que nadie les compre sus libros? No solo de semanas austriacas vive Durango. No hay que olvidarlo: todos tenemos derechos y obligaciones, el primer obligado en respetar la Constitución es el Estado en sus tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal. Pero tal parece en ocasiones que los ciudadanos solo tenemos la obligación de pagar impuestos, pero no tenemos derechos. En Durango nuestras autoridades son tan surrealistas, que hasta la Calle Constitución tiene su reglamento interno. Ahí solo puede haber antros disfrazados de restaurantes, negocios de políticos y de funcionarios públicos. Por favor, si usted escogió ejercer el oficio del arte para vivir no lo haga en esa calle, porque está vedada por un reglamento.
Quien se atrevió a dar la cara, aunque de manera tibia, fue el regidor Carlos Segovia. Él está de acuerdo, para empezar, en dialogar con los artistas. Habrá que tomarle la palabra al regidor. Y ya que hablamos de violaciones a los derechos humanos y garantías individuales, hace algún tiempo nos enteramos de que algunos grupos musicales- que también son artistas- deseaban exponerle su problema al presidente municipal. Imaginamos que su secretario particular, Fabián Gutiérrez, que es tan atento y eficiente, ya les consiguió a los músicos la entrevista. El asunto es que estos trabajadores de la Plazuela se van desde las 10 de la noche a la Calle 20 de Noviembre en busca del sustento diario, debido a este crimen casi todas las noches son acosados por policías y patrullas y, por si fuera poco, en varias ocasiones se lo han llevado al nuevo mercadito para que el juzgado administrativo les aplique la respectiva multa. ¿Tendrá también la Calle 20 de Noviembre su reglamento interno?, ¿y los
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sindicatos a los que pertenecen estos músicos para que defiendan sus derechos qué hacen?, ¿o solo les sirven para pagar sus cuotas puntualmente? Muchos artistas de Durango comentan que están convencidos de la existencia de Dios y de la Virgen de Guadalupe porque viven de milagro. Dicen también que existen permisos de primera y permisos de segunda. A los que venden vinos y licores ya les autorizaron la ampliación de horario y a ellos les impiden trabajar. Tenemos derechos humanos y garantías individuales, a nosotros los ciudadanos solo nos queda reclamarlos, ¡hagámoslo! Nuestros derechos humanos son innatos, universales e inalienables. Ningún reglamento del juzgado administrativo está sobre la Constitución. Si los artistas de Durango se ven afectados por algún acto administrativo de la autoridad existen recursos que se pueden interponer, entre ellos el recurso de inconformidad. La comunidad cultural no puede dejar en las manos del director del IMAC determinar qué es arte y qué no para negarles un permiso, violando un derecho humano y a una garantía constitucional. No hay que pasar por alto que los servidores públicos, aparte de que les pagamos sus salarios, se rigen bajo una Ley de Responsabilidades por si alguno de ellos incurre en alguna falta administrativa o de cualquier otra índole.
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