viernes, 10 de junio de 2016

Parafraseando a Sartre: los duranguenses fueron condenados a votar libremente


“El hombre está condenado a ser libre”
-Jean-Paul Sartre. Filósofo, escritor y dramaturgo
La dialéctica política tiene sus propias leyes: de lo que se hace viejo, nace lo nuevo, y así será siempre; nada es eterno o absoluto y; el poder político, como todo poder, comienza, pero también termina. Debido a ello, los hombres, en ocasiones, se sienten dioses sin que lo sean, pero el poder mismo se encarga de regresarlos a la Tierra, que es donde pertenecen. El escritor uruguayo Augusto Monterroso, escribió en una ocasión algo que se hizo muy famoso cuando el PRI, como partido de Estado, parecía eternizarse en Los Pinos: “cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. En 2000, cuando Vicente Fox sacó al tricolor de la residencia oficial, los mexicanos despertaron y el dinosaurio ya no estaba allí y, como analogía, eso nos sucedió a los duranguenses el lunes 6 de junio: nos despertamos con la misma noticia.

Debido a que la sociedad se volcó de manera masiva en las urnas, también es válido recordar a Mario Vargas Llosa con su frase “la dictadura perfecta” que, al parecer, “haiga sido como haiga sido”, la sociedad le dio la despedida en Durango. Mientras son peras o son manzanas, junto con la libertad de votar la sociedad duranguense perdió el miedo, la indiferencia, la apatía, el “hoy no voto porque todos los partidos son iguales”, y gracias a ello por primera vez llegó la alternancia para que otros nos gobiernen y, sobre todo, que este cambio se sienta lo más pronto posible en los gobernados. En el pasado se gobernó para unos cuantos, para obtener un empleo o algún beneficio se tenía que pertenecer al PRI, lo mismo para tener privilegios burocráticos se requería militar o simpatizar con el tricolor, olvidándose de la premisa política de que se debe gobernar para todos sin importar, como dice el clásico, los partidos y los colores.

¿Pero qué requiere en realidad Durango?, ¿La alternancia o el cambio? La llegada de José Rosas Aispuro Torres como gobernador del estado representa la alternancia, porque el PAN y el PRD desplazaron al PRI como partido en el gobierno, hasta aquí todo está bien. Sin embargo, creemos que la alternancia no es suficiente, no se trata de que se quite el PRI para que llegue el PAN, y de que, como bien lo dijo Lampedusa en su novela El Gatopardo, todo cambie para que todo siga igual. La alternancia es sencilla, el cambio no. Los que hoy llegaron no deben correr el riesgo de que los que votaron por ellos les reclamen un día citando al clásico: “estábamos mejor cuando estábamos peor”. Lo que nos interesa es el cambio, que bajen los niveles de pobreza, de pobreza extrema, la pobreza alimentaria, esta última la padecen en estos momentos más de 350 mil habitantes en el estado que solo tienen para comer una vez al día. Que se castigue en serio la corrupción, en especial la de los funcionarios públicos, que no haya nepotismo, hermanas o hermanos incómodos, que se apoye a los empresarios para que generen empleos bien pagados, que haya justicia en lugar de impunidad, entre otras cosas.

Que la lección dada por la sociedad con libertad no sea flor de un día. Que esto sirva para que todos los partidos y políticos entiendan que el verdadero poder de decidir radica en la sociedad, que les da su derecho para votar. Los duranguenses se tardaron, pero ya se dieron cuenta que construyendo una verdadera democracia se pueden quitar y poner gobernantes. La sociedad ya entendió que puede más la libertad que el miedo, que nada ni nadie es más poderoso que el voto cuando se ejerce de manera masiva en las urnas.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.