domingo, 19 de junio de 2016

La verdadera orquestadora de la alternancia fue la sociedad, no el PAN ni el PRD


Bien se dice por ahí: a diferencia de las derrotas, en las victorias unos cuantos pretenden colgarse las medallas, y los que las merecen nunca son llamados al podio. Si bien es cierto que el PAN y el PRD ganaron la gubernatura, la presidencia municipal de Durango y los 5 distritos urbanos con votaciones históricas, esto se debió en gran medida a que el PRI fue el arquitecto de su propio destino político: incurrió en los excesos del poder durante muchos años. El tricolor estatal secuestró a la sociedad y, con sus matices, puso su gota de ayuda para contribuir durante mucho tiempo a lo que se llamó la dictadura perfecta, se olvidaron de que la democracia, cuando mucho, es perfectible.

Si comentamos esto de que las medallas solo son para unos cuantos, y no necesariamente para los vencedores, es porque hace unos días en la Ciudad de México el Comité Ejecutivo Nacional del PAN, a través de su presidente Ricardo Anaya, le otorgó al dirigente estatal de Acción Nacional, Juan Quiñonez Ruiz, un reconocimiento por su contribución a la recién lograda alternancia en Durango. Nos dio gusto que Agustín Basave antes de renunciar a la presidencia nacional del PRD no se le hubiera ocurrido otorgar a René Galindo, dirigente del sol azteca en Durango, un reconocimiento como se le hizo a su homólogo del PAN estatal. En todo caso, el reconocimiento debería haber sido para la sociedad que les dio el triunfo tanto al PAN como al PRD, no nos vayan a salir uno de estos días con que ellos fueron los que ganaron y se les olvide quién los llevó al poder y la razón: para que gobiernen para todos y no como acostumbran, solo para unos cuantos. Si no es por el hartazgo de la sociedad, estos partidos se hubieran quedado chiflando en la loma, lo mismo que sus candidatos.

¿Con qué le hubieran ganado al PRI el PAN y el PRD? Con nada, un PAN sin militancia y sin estructuras, el PRD en la crisis más grave de su historia, rebasado por MORENA, y un PRD estatal venido de más y a menos. Otro factor determinante fue que los candidatos de la coalición fueron José Rosas Aispuro y José Ramón Enríquez.  Podríamos comentar que los partidos le prestaron a la sociedad sus siglas: sus dos personajes con perfiles aceptados por la mayoría de la sociedad, y esto fue suficiente porque las condiciones ya estaban dadas, y así lo entendió la mayoría de los duranguenses, porque se dieron cuenta que era ahora o nunca. De no haber sido así, otra oportunidad hubiera tomado mucho tiempo en llegar. También podríamos agregar que el PAN y el PRD aportaron el aspecto legal de esta coyuntura electoral, y la legitimidad los ciudadanos, porque esta solo se da con el voto de las mayorías, algo que nunca había sucedido en Durango,  hubo gobiernos legales, pero no legítimos.

No podemos decir que el PAN y el PRD no hayan puesto su gota de ayuda para lograr la alternancia. Lo que está en entredicho es que ellos se quieren colgar las medallas, olvidándose de quien realmente las merece. Esperando que José Ramón Enríquez y Aispuro sepan diferenciar entre el poder de los partidos y el poder de la sociedad, ojalá que no caigan en las trampas de la fe, gobernando solo para esos partidos y no para quien se debe. Es la hora de que existan otras maneras y estilos de gobernar. Aispuro y Enríquez no deben esperarse a vivir la luna de miel o los primeros cien días, porque cuando menos se piensa se van las flores de mayo y llegan las nieves de enero, por algo se dice que solamente los que no conocen la historia están condenados a repetirla.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.