viernes, 6 de junio de 2014

Olivia Gorra y Jesús Ochoa, las estrellas de la apertura del Festival

"Vendo placer a los hombres que vienen del mar y se van al amanecer, ¿para qué yo amar?"
-Ricardo López Méndez, compositor
La noche del pasado miércoles, quienes asistieron a la apertura del VI Festival de Cine Mexicano en Durango fueron testigos de aquello que una vez escribiera el Premio Nobel de Literatura, José Saramago: "El oficio del arte es el mejor de todos, hasta nos olvidamos del daño que nos causan los que nos gobiernan". El Festival de Cine Mexicano terminará el 8 de junio por la noche, serán 5 días donde, sin temor a equivocarnos, veremos lo mejor del llamado nuevo cine mexicano. Este festival es más corto que los de Morelia o de Guadalajara, sin embargo, el talentoso Christian Sida, que llegará muy lejos en el mundo del cine, ha demostrado que sabe hacer las cosas: "Vale más un pájaro en mano que ver un ciento volar", o sea, es mejor la calidad que la cantidad. Si en Durango estamos celebrando 60 años de haberse filmado en 1954 la película Pluma Blanca, ojalá que las futuras generaciones celebren el Festival LX de Cine Mexicano en Durango. Creemos que, con virtudes y defectos y con poco presupuesto ("qué de raro tiene"), desde el 2009, el ICED puso la primera piedra para llegar hoy al VI festival con una enorme calidad cinematográfica por sus películas, actores, directores y por la calidad del jurado oficial compuesto por Daniela Alatorre, la programadora del Festival Internacional de Cine de Morelia; Paula Marcovitch, escritora y directora de cine; Natalia Beristáin, premiada por su película No quiero dormir sola y; Geminiano Pineda, productor. Hay que recordar que poner la primera piedra del Festival de Cine Mexicano no fue nada fácil, incluso es como de novela. En 2009 era director del ICED Luis Ángel Martínez Diez, a unos días de que se inaugurara dicho Festival, por asuntos que nada tuvieron que ver con la cultura y sí con la política, Luis Ángel renunció al Instituto de Cultura, entra al relevo Juan Antonio de la Riva, el que sí salió por cuestiones culturales, y, cosa inédita, regresa Martínez Diez. Después le toca el turno a Corín Martínez, a la que se tardaron en pedirle su renuncia. La releva Rubén Ontiveros, que ya participa como director del V Festival, por cierto que en esta novela el único que ha logrado sobrevivir es el director de difusión cultural del ICED, Víctor Hugo Galván, que ojalá, si un día la escribe, podría ser un best seller local. No todos los jóvenes de Durango piensan ingresar a un partido político para ser regidores, diputados locales, diputados federales, senadores o el máximo sueño de todo duranguense: ser gobernador. Por fortuna, también tenemos jóvenes, hombres y mujeres que miran otros sueños: el arte, y en especial al cine. Nada nos daría tanto gusto como que de esta nueva generación de artistas duranguenses nos dieran la satisfacción que el año pasado nos dio Amat Escalante, premiado como el mejor director de cine en el Festival de Cannes. Para quienes no lo sabemos, Amat nació en Guanajuato, pero su papá es el enorme artista duranguense Óscar Escalante Betancourt, hijo del inolvidable Evodio Escalante, el sastre más famoso de Durango. Jóvenes cineastas de Durango: todos esperamos que hayan escuchado los consejos del actor Jesús Ochoa cuando les dijo que el futuro del cine mexicano está en sus manos, que el vivía emocionado por verlos en todas partes queriendo ser actores, directores o productores de cine, que llegarían hasta donde se lo propusieran, que solo recordaran que no todo es el talento, que es solo parte del éxito que un día pueden obtener, que de ellos depende que el cine mexicano tenga, un día, los niveles de lo mejor que se hace en el mundo.
La noche de la apertura fue para dos estrellas que desfilaron por la alfombra roja: la veracruzana Olivia Gorra y el sonorense Jesús Ochoa. Olivia, la soprano que se consagró con la ópera de Ricardo Castro, Atzimba, volvió a seducir al público de Durango cuando cantó "Vendo placer", tema de la película La mujer del puerto y, por si esto fuera poco, interpretó, de José Alfredo Jiménez, "Deja que salga la luna", algo fuera de serie. De Jesús, ¿qué podemos decir?, se tomó cientos de fotos y dio cientos de autógrafos y mejor padrino no pudo tener el VI Festival de Cine Mexicano en Durango.

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.