domingo, 13 de abril de 2014

El discreto encanto de los políticos: ese oscuro objeto del poder

Amiga y amigo lector, por si no lo ha hecho, le recomiendo que, si no va de vacaciones a alguna de nuestras hermosas playas, dese tiempo para ver esta Semana Mayor, dos de las mejores películas que dirigió el español Luis Buñuel, al que le debo la idea de este artículo: El discreto encanto de la burguesía y Ese oscuro objeto del deseo. La historia del poder en México está llena de traiciones, tragedias y violencia, entre otras cosas, Sólo mencionaremos algunos hechos históricos para que nos ilustren al respecto. En la guerra de independencia, por una traición, Miguel Hidalgo fue hecho prisionero y, posteriormente, fusilado en Chihuahua. Porfirio Díaz, que le juró lealtad al presidente Juárez, se levantó en armas en contra de él porque intentaba reelegirse, ya sabe usted que, junto con Antonio López de Santa Anna, son de los dos dictadores por excelencia en la historia de México. Con el tiempo esto evolucionó tanto que hoy los partidos se encargan de perfeccionar la dictadura perfecta: que un hombre no dure mucho en el poder, pero sí los partidos políticos.

En la revolución, las traiciones por el poder se llevaron a cabo con mexicana alegría. Y como dicen los clásicos: el poder no se comparte, ¿ese ha sido el gran problema de los políticos mexicanos?, ¿Creer que el poder tiene algo de divino? Ha de ser por eso que nos gobiernan desde el cielo, o mínimo, arriba de una nube, a nosotros que vivimos en la Tierra porque somos simples mortales. Venustiano Carranza mandó asesinar al General Zapata, el coronel guajardo se encargó de ello. El grupo sonorense al final se hizo el harakiri, pero primero se encargaron de quitar del camino a Venustiano Carranza para irlo limpiando, Obregón ordenó la emboscada donde murió el General Villa, Álvaro Obregón le dijo a Plutarco Elías Calles: "Hay que hacer
esto, para sólo quedar tú y yo, pero, antes, hay que eliminar a Francisco R. Serrano y a Arnulfo R. Gómez, tú y yo, Plutarco, seremos los primeros chapulines de la posrevolución, primero me reelijo yo y después tú" Sin embargo, Elías Calles engañó al General Obregón y León Toral se encargó del resto. Y así se inicia el famoso maximato de Elías Calles, para ello funda lo que hoy es el PRI, pone y quita presidentes hasta que se le apareció el General Lázaro Cárdenas del Río, que siempre pensó "al enemigo no hay que matarlo, hay que quitarle el poder y que pague en vida el precio de haberlo tenido"

No ha existido en México un presidente, al menos así lo piensan la mayoría de los mexicanos, que, en el fondo, no piense en la reelección o, al menos, en dejar a su sucesor y gobernar a través de él. Esto no ha sido posible en la mayoría de los casos porque no conocen a su heredero hasta el día que le dan el poder y se dan cuenta cuando este termina de rendir su protesta, unos ejemplos: Calles se equivocó con Lázaro Cárdenas, Gustavo Díaz Ordaz con Echeverría, Echeverría con López Portillo, Salinas con Ernesto Zedillo y Vicente Fox con Felipe Calderón, en su momento, ¿le podrá pasar lo mismo a Enrique Peña Nieto? Esa historia, también, se repite, con sus matices, con los gobernadores de los estados, porque se dice que en política el que se equivoca no tiene derecho a reclamar. ¿Por qué los políticos mexicanos no entienden que el poder tiene un ciclo que comienza y termina? ¿Encontraremos algo de la respuesta en el ensayo de Octavio Paz, El Laberinto de la Soledad? Ha de ser cierto, también, lo que afirmaba el mismo Paz: "al mexicano lo único que le importa es el poder, más que cualquier otra cosa". Hace años, Carlos Tello escribió un libro que se hizo famoso: La disputa por la nación y eso es lo que sigue teniendo vigencia en nuestro país, nuestros políticos se lo siguen disputando, o al menos lo que nos queda de él.

No sabemos qué le ha hecho más daño a México, si la fascinación de la clase política por el poder o la corrupción o la impunidad. Se necesitan nuevas generaciones de políticos que se preparen para ejercer el poder y no hacerle daño al país, hombres de carne y hueso que no se sientan dioses cuando llegan a un puesto de elección popular, no hay que imitar a Fidel Castro o a Plutarco Elías Calles, ¿qué les parece a los jóvenes que piensan dedicarse a la política que el espejo donde deben mirarse es en el de José Mujica, presidente de Uruguay? En estricto sentido de la palabra, no estamos en contra del poder. Es la forma en como se ejerce. No criticamos la democracia, pero sí la ausencia de demócratas. ¿Tienen razón los que dicen "No más poder al poder"?

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.