viernes, 25 de octubre de 2013

Mónica Reveles Ramírez: la poeta olvidada del 450

“Ciudad de milagros en esquinas/ muy lejos de ser la callada y tranquila, / amada urbe que adoptas sangre de ancestros” -Mónica Reveles, poeta Guadalupe y Pereyra, una fundación que apoya en serio la actividad cultural, que demuestra con hechos que sacándole la vuelta a la burocracia cultural que, hoy por hoy, es la culpable de que muchos de los proyectos de la comunidad artística de Durango termine en los escritorios de los responsables de la cultura, ya sea municipal o estatal. Por fortuna, existen personajes como Juan Ángel Chávez, presidente de la fundación Guadalupe y Pereyra, que con lógica y sentido común ha convertido a dicha fundación en una de las más importantes del norte del país en sólo 10 años, como convocando a premios de novela, apoyando a escritores para que publiquen obra, a los Cardencheros, Premio Nacional de las Artes, llevándolos a Europa con enorme éxito. Firma convenios con el IMAC, la UJED y próximamente con el ICED. Ojalá que el ejemplo del magistrado Juan Ángel Chávez sirva para otros y apoyen a los artistas de Durango, que tanto se lo merecen. Precisamente, la fundación Guadalupe y Pereyra, para festejar el décimo aniversario de que fue fundada, realizó una intensa actividad cultural donde vinieron figuras del arte, la poesía, ensayo, escritores y críticos literarios, como lo son Evodio Escalante, José Ángel Leyva y Enrique Mijares, uno de los mejores dramaturgos de México, los cuales nos hicieron conversar con José Revueltas. Rosalío Salas Ceniceros nos lleva con su narrativa a Velardeña. Gustavo Rivera Ramos y Víctor Samuel Palencia Alonso, a rescatar el Durango “de nuestros amores” y Enrique Torres Cabral, un poeta fuera de serie, universitario, duranguense, mexicano y universal. Y ya que hablamos del rescate de lo nuestro, que en ocasiones es sinónimo de olvido, en el libro “De aquel Durango al Durango de hoy”, escrito por Víctor Palencia, nos encontramos con una enorme sorpresa: el trabajo de una de las mejores poetisas de Durango, Mónica Reveles Ramírez. Palencia Alonso tuvo el gran acierto de incluir en su libro un subgénero de la poesía que nos habla de nostalgias y lamentos, y que la poeta Mónica Reveles titula: “Elegía para una ciudad”, elegía que usted no puede dejar de leer por ningún motivo, porque nadie retrata como la poeta los 450 años que cumple nuestra ciudad. Tenía que ser una mujer, una poeta duranguense, la que nos diera este regalo y no una “artista” de Televisa o TV Azteca, como muchos piensan. Mónica, como casi todas las poetas de Durango, ha tenido que abrirse camino con su oficio de escribir, tocando puertas para publicar su obra. Decimos casi todas porque hay algunas, que no pasan de dos o tres, que se sienten “divas” de la poesía, que ya tienen varios sexenios manejando y disfrutando la famosa cultura oficial, porque sólo basta con que pidan algo para que les den todo. Por eso es de gran valor literario que Víctor Palencia haya incluido en su libro “Elegía para una ciudad”, de Mónica Reveles y no el de alguna “diva” para quedar bien. Mónica nació poeta y lo será toda su vida. Escribe desde los once años de edad. Al día de hoy, como siempre sucede, ha escrito mucha poesía y publicado poco, pero así son la vida y las circunstancias culturales: injustas con muchas poetisas como Mónica. Sin embargo, debido a su calidad, ha logrado ganar el premio estatal de poesía “Olga Arias”, que publiquen su libro de poemas “Grano de arena” y el colectivo “Por el camino de Eva”. Ojalá que su “Elegía para una ciudad” corra la misma suerte o al menos la de los que ganaron el concurso para componer el himno de Durango, que, por cierto, ¿Ya les pagaron el premio en efectivo que les prometieron? Lea usted alguna de las elegías de Federico García Lorca, Miguel Hernández y de Octavio Paz, pero también la que Mónica Reveles le compuso a la ciudad de Durango, que sin duda es lo mejor del 450. No caigamos en la paradoja de que algo que debemos de conocer todos lo cubre el olvido. Por falta de espacio, sólo le daremos a conocer algo de la elegía de la poetisa: “Trazada por la cruz y el llanto de la espada, / en nombre de Dios se reza/ y junto a Guadiana aún, / bajo el espejismo azul/ buscamos en la tinta anónima/ una historia que consuele.” “Más allá de la Sierra Madre/ donde nos vigila un diablo, / un puente al salado delirio/ y una zona de silencios respetada.” “Vuélveme a mirar virgen de catedral. / En tus brazos me acurruco/ en San Jorge y su dragón me protejo. / ¡Que me lleve la Llorona por tu amor!

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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.