“Los motivos del lobo”
-Rubén Darío
Se ha escrito mucho sobre la historia de la UJED, lo que falta es escribir la novela donde la realidad superaría a la ciencia ficción. Desde que tenemos memoria, en nuestra Máxima Casa de Estudios, enarbolando la bandera de la autonomía, hemos visto cómo los grupos se han disputado la rectoría y las direcciones de las distintas escuelas facultades, porque su control representa, en ocasiones, un poder paralelo al gobierno del Estado, y en otras un trampolín para llegar al poder. Hacia el interior de nuestra alma mater, los partidos, como cultura, reclutan cuadros para controlar a los estudiantes como parte de una estrategia electoral, y llegado el momento, salen los verdaderos rostros que se escudan en la autonomía, porque detrás de ella está el poder político académico y los cientos de millones de recursos económicos que se manejan en la UJED.
También por muchos años ha existido una especie de amasiato entre los gobiernos en turno, porque quienes han sido rectores de la Universidad han recibido la bendición del Poder Ejecutivo. Hay valores políticos entendidos, el gobernador es el fiel de la balanza, porque puede quitar o poner rectores. Quizá la excepción de la regla sea Ángel Sergio Guerrero Mier, que les comentaba a sus más íntimos: a los de la UJED ni los veo ni los oigo. Pero el problema de nuestra Universidad no es solo la autonomía o nombrar a un rector, como dijo el famoso general: es también el efecto colateral, y esto en los hechos es repartirse las direcciones, llevar a los amigos y a las
amigas como maestros frente a grupo, manejar las facultades como si fuera su patrimonio. Todos sabemos que la UJED es un pastel muy codiciado, el problema radica en que dicho pastel no alcanza para todos los grupos, incluyendo a los sindicatos, que no cantan mal las rancheras y son parte importante de la estructura de poder de la Máxima Casa de Estudios. No queremos que nuestra Universidad siga siendo rehén de partidos políticos que con el pretexto de la autonomía, se encuentran representados por los grupos que se disputan el poder universitario. Ningún partido, por poderoso que sea, puede manifestarse en contra o a favor de cualquier movimiento que tenga que ver con la UJED, si estamos hablando de autonomía, significa su autogobierno, autogestión, libertad de cátedra, libre expresión de las ideas y una vida plural, para que sean los universitarios quienes realmente decidan los destinos de la Universidad, para ello están obligados a mantener una sana distancia del poder político. La UJED debe ser crítica, pero también autocrítica. Nuestra alma mater no puede caer en el círculo vicioso que históricamente ha vivido: llega a gobernador fulano o equis y a la rectoría sus amigas o sus amigos, viene otro sexenio y otra vez la burra al maíz y el burro a los elotes, ya es tiempo de que los rectores dejen de ser la extensión de un proceso electoral, no importa que se llame alternancia o gobierno ciudadano.
Una vez lo dijimos: la autonomía no significa un estado dentro de otro estado, ni tampoco que se vaya un grupo para que llegue el otro representando al poder en turno. La UJED está muy lejos de ser una arena donde los gladiadores se la disputan, si hubo en el pasado irregularidades de legalidad o de legitimidad, que estos sean subsanados, y si hubo errores o línea que viniera de algún poder del estado, el que sea, que nunca más se vuelvan a cometer. Los grupos
que lleguen a rectoria , que dejen de ser lo mismo de siempre, que todo cambie para que todo siga igual, sus plantones de día y en las noches o en las madrugadas y en lo oscurito busquen la bendición del poder. ¿O eso forma parte de la autonomía de la UJED? Como dicen los clásicos, entre más lejos del fuego, menos riesgo tienes de quemarte.
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