domingo, 26 de febrero de 2012

Judith Murguía: La crónica de una renuncia anunciada


“La mayoría de seguro le teme a la nostalgia, pero hay quienes la aman”
-Carlos Monsiváis, escritor
Ya que el tema es la traición, tenemos una pregunta al respecto: A los panistas les cayó como balde de agua fría que Gina Campuzano no sea la candidata al distrito 04. ¿Su salida fue producto de la práctica democrática de los blanquiazules o fue el resultado de los acuerdos entre las esferas del poder? Su opinión será la mejor respuesta. De la renuncia al PAN por parte de la hoy diputada independiente, Judith Murguía, se ha hablado mucho y como el ave de las tempestades, su decisión ha causado polémica. Si para algunos su renuncia fue una sorpresa, para otros, ya se veía venir. Es más, de acuerdo a fuentes cercanas al círculo panista, Judith ya había planteado esa posibilidad, cierto o no, eso ya no tiene importancia. Lo que sí queda claro, es que la diputada Murguía, por la coyuntura electoral del 2010, tuvo que acompañar a José Rosas Aispuro para ello, como es lógico, se fue del PRI, al igual que muchos otros que no fueron beneficiados por las decisiones del grupo en el poder. Todos sabemos que el fiel de la balanza se inclinó por Jorge Herrera Caldera. Algunos columnistas han dicho que Judith Murguía traicionó al Partido Acción Nacional, si eso fuera así, también traicionó al PRD y a Convergencia, en síntesis, a los partidos que conformaron la coalición. Nada más alejado de la realidad: Fueron estos partidos los que se colgaron de Rosas Aispuro, con la idea de llegar ellos y desplazar al grupo de Ismael Hernández Deras, no llegaron y se olvidaron de un detalle: La coalición terminó el día de la elección.

Haciendo historia, fue Rosas Aispuro el que puso las condiciones: “O va Judith Murguía de diputada pluri, o yo no voy de candidato a gobernador” Y como al PAN le sobra inteligencia y le faltan candidatos, aceptaron. Los panistas no pueden acusar de traidora a la diputada Murguía por la sencilla razón de que nunca ha pertenecido a su partido. Los del PRI tienen que reconocer que no hicieron bien las cosas en el 2010, y aceptar que sus militantes, en uso de sus legítimos derechos, se fueron del partido en busca de alternativas. Porque la traición también tiene un dilema: ¿Quién traicionó a quién? , ¿El grupo en el poder o los qué se fueron? Es bueno apuntar que mientras el PRI fue un partido de estado, no hubo problemas, los que no eran favorecidos por las decisiones del gobernador o del presidente de la república en turno, todos aguantaban la vara. Todo empezó a cambiar en los tiempos de López Portillo, Jesús Reyes Heroles  se encargó de hacer la primera reforma política con el objetivo de darle voz a las minorías, sin saber que estaba creando un Frankenstein, al que hoy se le conoce como partidocracia. Las consecuencias son que hoy tenemos chapulines y trapecistas, si su partido ya no les favorece, se van a otro, pero siempre los vemos ya sea de diputados o senadores. Hay que recordar que Tatiana y su hermano Manuel, los hijos de Maquío, ya tomaron otro camino distinto al del PAN, el blanquiazul no los puede acusar de traidores, de hacerlo estarían practicando su doble moral. ¿Si Manuel Bartlett Díaz es senador por las izquierdas, el PRI lo acusará de traidor? , ¿Quién traiciona más, los que se quedan o los que se van? 

Si algo forma parte de la historia de los partidos políticos en México es la traición, desde los liberales y los conservadores, les resulta muy fácil tirar la piedra y esconder la mano. Judith Murguía nunca se fue del PAN porque nunca llegó, y tampoco se fue del PRI, porque ha reconocido públicamente que nunca ha dejado de pertenecer a él, independientemente de cuáles sean las consecuencias de sus actos. Otro ingrediente que tiene la renuncia de la diputada de la fracción parlamentaria al PAN, es que hoy las palomitas blancas vestidas de azul le piden que por piedad les regrese la diputación. La pregunta es: ¿Qué derecho tienen? , ¿Las diputaciones son propiedad del PAN? De una cosa estamos seguros. La guapa diputada nacida en Tepehuanes no es ninguna “Juanita”. Que no se nos olvide que Judith tiene las mil millas recorridas en los asuntos de la política, ya ha conocido de muy cerca a los hombres del poder, incluyendo a presidentes de la república. La renuncia de la diputada, debe de ser una lección para los panistas. No toda la vida pueden depender de un José Rosas Aispuro o de una Judith Murguía, Aispuro no es panista, y nunca lo será, porque a lo mejor  nunca ha sido priista tampoco, que no les sorprenda si el día menos pensado el de Tamazula los deja colgados de la brocha. Estén conscientes de que los candidatos de otros partidos  siempre representarán un riesgo, y no confundan eso con una traición. Para que esto suceda, tiene que haber engaño y Judith, nunca los engañó, siempre ha sido priista.


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Que se acabe el gatopardismo en México, que cuando algo cambie, que no siga igual, que sea para bien.