En
nuestra alma mater, todo lo que sucede es
importante. Sabemos que hay problemas por resolver, que está pendiente la
reforma universitaria, de dónde saldrá el instrumento jurídico que le dé rumbo
político a la UJED. Para que nunca más esté en duda la autonomía, que no se le
vuelva a confundir con los intereses de un grupo, con un feudo, o como el
trampolín para obtener privilegios, porque la autonomía no sólo significa la
libertad de cátedra y la libre expresión de las ideas, la libertad de
pensamiento, significa también un universo donde todos caben, aún siendo
diferentes y teniendo una opinión
distinta del mismo problema. Estemos de acuerdo o no, el rector, Tomás Castro,
contra viento y marea, respetando la disidencia, al frente universitario, ha
dado la tranquilidad, y pese a los pronósticos, hoy la UJED está operando
atendiendo los problemas de la comunidad universitaria.
No hay mejores recursos públicos que los que se invierten en la
educación pública, como sería el caso de la UJED. No hay que olvidar que todos
los años en nuestra alma mater siempre ha sufrido crisis financieras, ya sea
para pagar sueldos y aguinaldos cada fin de año, las pensiones de sus
trabajadores, los aumentos salariales, los compromisos con el ISSSTE, el
FOVISSSTE, entre otros. Por eso llama la atención que con todos sus problemas
económicos, el rector Tomás Castro anuncie un programa de 46 millones de pesos
para el PIF: Programa Integral de Fortalecimiento Institucional. Reconoce el
rector que dichos recursos se lograron gracias a la participación de todos los
universitarios, que serán utilizados sólo para proyectos específicos,
destacando que habrá absoluta transparencia en su manejo, porque existe la
conciencia de que son dineros públicos, y aunque los maneje la UJED, no tiene
por qué no haber rendición de cuentas a la comunidad universitaria y a la
sociedad en su conjunto. La finalidad de estos programas, como el PIF, es
seguir posicionando a la UJED en el ámbito nacional e internacional.
Decíamos al principio de
la columna, que en su momento, la reforma universitaria no sólo será
importante por su contenido jurídico,
sino que de ella saldrá también la figura política que dé rumbo definitivo a la
UJED. Apuntamos lo siguiente, porque catedráticos de la escuela de medicina de
la Universidad han repudiado a su director, el doctor Antonio Bracho, porque
pretende reelegirse para seguir al frente de la escuela de Medicina. El doctor
Antonio Bracho no entiende que el espíritu de la reforma es precisamente que no
haya reelección, ni siquiera en la figura del rector, de los directores de
escuelas y facultades de la UJED. No acepta que la mayoría de los catedráticos
y alumnos estén en total desacuerdo de que él siga al frente porque ha habido
un grave retroceso, y en consecuencia, se opondrán a las pretensiones políticas
del galeno. Prueba de ello es que lo han
obligado a pedir permiso por un mes, pero como las oscuras golondrinas, amenaza
con volver, para intentar seguir siendo director. Los universitarios deben
impedir que nuestra alma mater sea confundida con un sindicato, donde hay hasta
una presidenta vitalicia. Las universidades deben ser un ejemplo de la
democracia, y no hacer lo mismo que hacen los partidos políticos, donde en las
cúpulas se decide todo.
Las autoridades universitarias deben impedir que unas escuelas y
facultades haya reelección y en otras no, o todos coludos o todos rabones. Y si
el rector Tomás Castro terminará su periodo y no buscará reelegirse, no vemos
la razón para que los demás no hagan lo mismo. Si a un presidente de la
república le bastan seis años para gobernar el país, para un director de una
escuela o facultad de la UJED, debe ser lo mismo. Nadie se opone a los
legítimos derechos que tienen los universitarios, en lo que no estamos de
acuerdo es en que la UJED se convierta en patrimonio personal de amigos y
familiares. La universidad es todos.
Recuerden que mis artículos se publican todos los viernes y domingos en El Sol de Durango.
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