“De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”
-Salvador Dalí
Alguien dijo una vez que el PRI no siempre ha sido la mayoría, si se alza con la victoria es por la fuerza o por el fraude cuando se realizan las elecciones. Si alguna vez se escribiera la historia del todavía partido de Estado, conoceríamos en cuáles de las elecciones en que ha participado no ha estado presente el fraude. Por esa razón el PRI sigue vigente, y como dijo Carlos Monsiváis, todavía nadie ha podido ponerle el último clavo al ataúd de ese partido. Hasta cuando ha perdido el PRI que fundó Plutarco Elías Calles, gana, como sucedió cuando pactó con el PAN llevar a Los Pinos a Fox y a Calderón, porque estos no tocaron las estructuras del régimen de Estado, y tal vez por eso el dinosaurio sigue ahí.
Como dice Martín Urieta, ¿qué de raro tiene que se hayan cometido fraudes en Coahuila y el Estado de México? Aunque el conteo del PREP, técnico y científico, como aseguran los expertos que es, la realidad es otra. Recordemos cuando en 1998 se cayó el sistema, los fraudes comienzan comprando los votos con recursos públicos y culminan en las instancias electorales con sus famosos conteos rápidos. A eso agréguele usted algunos medios de comunicación rentados exprofeso para dar como ganadores a los candidatos del PRI, con solo el 10% del total de miles de casillas, y por supuesto que los datos del PREP ya no cambiarán. De ahí llegan el TRIFE cuando
hay recursos de impugnación, pero este órgano jurisdiccional solo se convierte en sala de revisión y confirmará el fraude en el Estado de México y Coahuila. ¿No es surrealismo que Alfredo del Mazo sea gobernador cuando el 80% de los votos fueron en su contra?, ¿en qué país del mundo un gobernante tiene legitimidad con el 15% del total de la votación? Ya adivinó, solo en nuestro país. Nos hemos ganado el “como México no hay dos”.
No es que no confiemos en nuestras instituciones, en lo que no confiamos es en quienes las representan, porque no es lo mismo Chana que Feliciana. Llegamos tarde a los derechos humanos, porque estos no se logran solo con reformas a la Constitución, se requiere también siglos de cultura, de respeto por estos derechos, por eso seguimos siendo testigos todos los días de cómo se violan los derechos humanos en nuestro país. En política nos sucede lo mismo, somos herederos de la cultura de los aztecas y de algunas otras del tlatoani, ese fantasma que nos ha perseguido hasta convertirse en el sistema presidencialista mexicano que tanto daño nos ha causado, porque una persona es como si fuera Dios* y en los hechos asume facultades metaconstitucionales. No podemos seguir viviendo en medio de una democracia disfrazada de modernidad, muy lejos de países como en Europa o en Oceanía. En cambio, lo que sí tenemos es la democracia del fraude, la que cada día se perfecciona más, a tal grado que puede llegar el día de que alguien sea Gobernador del estado o Presidente de México con el 5% de los votos. Ya que está de modo el béisbol, hagamos que caiga el último out para cambiar a Durango y a México. Tenemos una ley electoral que permite que sea legal lo que sucedió en 2006, 2012 y ahora en el Estado de México y en Coahuila. Les podríamos adelantar que esa película la podemos vivir en 2018, donde alguien se convierta en presidente de México
solo con el 12% de los votos. Si bien es cierto, ya no hay tiempo para cambiar nuestras leyes electorales hay que ir preparando el camino legislativo para 2024. Y que en esta nueva reforma quede que haya una segunda vuelta para la Presidencia de la República y los gobiernos de los Estados, que en el futuro nadie más pueda ser presidente de México o gobernador de un Estado sin obtener el 50+1% de los votos. Se necesita también que se establezcan por ley los gobiernos de coalición, donde los partidos que queden en segundo y tercer lugar cogobiernen con el partido ganador. Es posible, pero resulta surrealista que en México nos gobiernen los que sacan menos votos, y que la mayoría tenga que esperar la fecha para el próximo fraude, perdón, para la próxima elección.
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